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jueves, 9 de junio de 2011

9.- DIVERSAS EXPLICACIONES DE LA FECUNDIDAD HUMANA

Diversas explicaciones de la fecundidad humana.
A lo largo de la historia humana se han dado muy diversas explicaciones de la fecundidad; la mayoría parciales e incompletas, cuando no interesadas.
He aquí las  que se suelan dar históricamente:
1ª. La fecundidad como justificación del matrimonio.
El matrimonio no puede ser justificado (pensamos que el verdadero matrimonio no necesita justificación) por su fecundidad; pues, son muchos los que no tienen hijos, porque no pueden, y son unos matrimonios maravillosos.
 
2ª. La fecundidad como justificación del acto conyugal. El acto conyugal es justo, correcto y digno si se funda en el amor de los esposos. La esposa, bajo ningún concepto, puede ser considerada una prostituta con la que el esposo cohabita gratuitamente; ambos esposos se han escogido mutuamente, en igualdad de derechos y obligaciones, bajo el fundamento del mutuo amor. El amor nunca debe ser forzado y los esposos conservan el derecho a decir no a unas relaciones íntimas, cuando consideren que tienen una causa que lo justifique. Forzar un no, claramente expresado, es una violación dentro del matrimonio.

3ª. La fecundidad considerada como el fin primario del matrimonio: La fecundidad es uno de los fines primarios del matrimonio; pero, no el único, ni el más importante. El fin primario más importante del matrimonio es la mutua ayuda entre los cónyuges. Es la mutua ayuda la que produce e incrementa el amor conyugal que, no me cansaré nunca de repetirlo, es el único fundamento válido del matrimonio. Los hijos pueden llegar o no; pero, en ambos casos, el amor debe no sólo permanecer sino incrementarse cada día.

Explicación de la fecundidad humana a partir del Concilio Vaticano II

1º. El amor conyugal es el núcleo de la pareja humana, no la fecundidad.
“Este amor, por ser un acto eminentemente humano, ya que va de persona a persona con el afecto de la voluntad, abarca el bien de toda la persona y, por tanto enriquece y avalora con una dignidad especial las manifestaciones del cuerpo y del espíritu y las ennoblece como elementos y señales específicas de la amistad conyugal” GS 49.


2º. Los actos propios del amor conyugal:
El amor conyugal “tiene su propia manera de expresarse y de realizarse. En consecuencia, los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí, son honestos y dignos, y, ejecutados de manera verdaderamente humana, significan y favorecen el don recíproco, con el que se enriquecen mutuamente en un clima de gozosa gratitud” ...”Un tal amor, asociando a la vez lo humano y lo divino, lleva a los esposos a un don mutuo y libre de sí mismos, comprobado por sentimientos y actos de ternura, impregna toda su vida; más aún, por su misma generosa actividad crece y se perfecciona” GS 49.

3º. El amor conyugal es superación del puro instinto:
La fecundidad humana, basada en el mutuo amor, “supera, con mucho, la inclinación puramente erótica, que, cultivada con egoísmo, se desvanece rápida y lamentablemente” GS 49
El amor conyugal es donación y entrega gratuita, es búsqueda del bienestar del otro, es salida de uno mismo para ir al encuentro del otro. Los esposos, en sus manifestaciones íntimas, tienen en consideración al otro, sus gustos y apetencias, su estado corporal y anímico. Cuando se ama, siempre se pide el parecer del otro y se le respeta, porque por encima del propio deseo está el de hacer feliz al ser que se ama.
El instinto lleva a procurar su satisfacción inmediata, sin pensar en el otro ni en procurar hacerle feliz. La satisfacción instintiva es totalmente egoísta, pues conduce sólo a procurar la propia satisfacción y, como tal es flor de un día, con etiqueta perecedera fulminante. La satisfacción egoísta en el matrimonio es sumamente perjudicial para ambos cónyuges, pues les priva de una hermosa fuente de gozo y de alegría compartidos.

4º. El matrimonio y el amor conyugal están también ordenados a la procreación y a la educación de la prole. 
Este es el segundo fin del matrimonio. Los hijos son la corona del matrimonio, el fruto más preciado de su amor conyugal.

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