Mi familia

lunes, 27 de junio de 2011

26.- EL ROL DE MADRE

El amor materno
El papel principal de toda madre en relación con su hijo es aportarle el elemento básico del amor. El amor de madre no es un amor aprendido, es decir, la madre no ama a su hijo porque es su deber, sino que es una amor instintivo e intuitivo, espontáneo y natural.

El amor materno satisface tanto a la madre como al hijo y de su calidad va a depender la estabilidad psíquica del hijo cuando sea adulto.
El amor materno es desinteresado, dirigido al hijo y por el hijo, al que se da lo mejor, aun a costa de grandes sacrificios, muchas veces, sufridos en silencio y en secreto; el amor materno no espera nada a cambio, es un amor sano y sincero.

Durante el embarazo
Los estrechos vínculos madre-hijo comienzan en el útero materno, y no sólo por la dependencia física, sino también porque los estados emocionales de la madre tienen cierta repercusión en el feto.
Está demostrado que los estados de ansiedad, cólera, miedo, etc. provocan la liberación de determinadas sustancias químicas en la corriente sanguínea y la secreción de diferentes hormonas que se trasmiten al feto a través de la placenta, produciendo cambios en su sistema circulatorio que muestran un mayor grado de ansiedad. Por esto se insiste tanto en la necesidad del estado emocional tranquilo de la mujer embarazada.

Periodo de lactancia
El hijo carece de autonomía respecto a la madre; sólo ella es capaz de satisfacer las necesidades del bebé, que se concretan en amor, alimento y cuidados. Al niño le conviene el contacto físico con su madre para aumentar en ambos los lazos que les unen; incluso si tiene que alimentarle con biberón, es recomendable que sea la madre quien se lo dé; sin que suponga un problema cuando la madre trabaje fuera del hogar, bastará con encontrar otras formas de relación que sustituyan, al menos en parte, a la presencia física.
El amor maternal es un intercambio entre la madre y el hijo, intercambio animado por la afectividad de la madre que está condicionada por su propia evolución afectiva infantil. Hay madres que fueron hijas inmaduras, otras que se muestran sobradas como madres e insuficientes como esposas.
Las escrupulosas, las ansiosas, las abrumadoras, en general, son víctimas de conflictos con sus propias madres, lo mismo que las posesivas, las agresivas o las viriles.

Etapa del proceso de identificación personal 
esta etapa el niño se siente profundamente identificado con su madre. Si el desarrollo evolutivo es correcto, adquirirá conciencia de su sexo y asumirá el rol de varón.
La niña intentará rivalizar con su madre, al principio, para posteriormente identificarse con ella y tomarla como modelo, asumiendo su papel de mujer.
Las desviaciones del papel de la madre obstaculizan el desarrollo armónico del hijo o de la hija y pueden ocasionar consecuencias graves de cara a la estabilidad psíquica del futuro adulto.
La madre cumple correctamente su cometido cuando, gratuitamente, ofrece su afecto incondicional y, al mismo tiempo, impulsa al hijo o a la hija a lograr su propia autonomía, su conciencia de sí, hasta su integración en la comunidad de adultos con una personalidad independiente y segura.

La carencia afectiva
Se ha hablado mucho de la carencia afectiva en que viven algunos niños. Padres que no quieren a sus hijos, que les rechazan o se muestran totalmente indiferentes ante ellos. Se han estudiado y analizado las consecuencias de la carencia afectiva.
Las necesidades afectivas del niño son muy importantes y su insatisfacción puede acarrear graves consecuencias. Todo el mundo puede comprobar el comportamiento de niño pequeño cuando es separado de su madre.
Al principio, los llantos y gritos desgarradores dan fe de la angustia provocada por la separación. Cuando ésta es prolongada en el tiempo, se entra en una situación crítica a la que se debe poner remedio cuanto antes buscando un sustituto adecuado que proporcione al niño los cuidados maternales.
Si la separación y la edad son cortos, el desarrollo del niño no sufrirá graves consecuencias ni retrasos. Sí estarán presentes si no se dispone de un sustituto adecuado de la madre. Con el tiempo, el niño se resignará, pero con el peligro de que aparezcan la apatía, la tristeza, la ansiedad y la negativa a comer, y con ellas, la interrupción del desarrollo físico y una regresión generalizada.
La necesidad de amar y ser amado no es exclusiva de los niños; no es menos importante en los adultos. Cuando la vida afectiva no está satisfecha pueden aparecer episodios depresivos más o menos severos, porque el ser humano está hecho para amar y ser amado.

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