La sexualidad, dimensión de la persona
Todos
los hombres y mujeres somos seres sexuados y, como tales, nos comunicamos y
manifestamos unos a otros. Todas las células de nuestro organismo son sexuadas.
La sexualidad es un elemento básico de la personalidad masculina o femenina, un modo propio de ser, que se expresa de modo distinto en todas las actividades del hombre y de la mujer
La sexualidad es un elemento básico de la personalidad masculina o femenina, un modo propio de ser, que se expresa de modo distinto en todas las actividades del hombre y de la mujer
Ser hombre,
saberlo y aceptarlo, y ser mujer, saberlo y aceptarlo, son los ingredientes de
la identidad sexual.
Conocer
la propia identidad sexual es condición previa para la aceptación de uno mismo
y para lograr la propia satisfacción siendo cada uno lo que es, hombre o mujer.
La ciencia tendrá que determinar si es posible que uno tenga una identidad
indefinida, como parece que hay en la realidad, no sabemos, hoy por hoy, si por
genética o por vicio.
Sexualidad y genitalidad
Sexualidad y genitalidad
No es
lo mismo sexualidad la cual, como queda dicho, afecta a todo el organismo que
genitalidad, la cual se refiere exclusivamente a los órganos reproductores,
tanto del hombre como de la mujer.
La
comunicación y la relación interpersonales son imprescindibles para el
desarrollo físico, psíquico, social y moral de los seres humanos. Nos
comunicamos y relacionamos como seres sexuados, de ahí que la misma sexualidad
sea una forma no desdeñable de comunicación y de relación.
El
contacto personal, las carias, los besos y abrazos expresan sentimientos y
afectos, difíciles de explicar con palabras, las cuales, a menudo, son menos
espontáneas y sinceras.
El
diálogo sexual
El
verdadero significado de la intimidad sexual matrimonial, en toda la extensión
de sus actos, es ser la manifestación externa y corporal de un diálogo mucho
más profundo entre los dos esposos. Diálogo previo a la misma relación sexual,
afectivo, amoroso, abierto, confiado, respetuoso y transparente.
Si
falta este diálogo, la relación sexual íntima no pasa de ser una erotización y
estimulación mutuas, tal vez, con respuesta en ambos, pero nunca será la
comunicación deseada por dos personas que se quieren.
La
intimidad sexual con amor y sin amor
El
sexo sin amor coloca a la altura de los animales irracionales, la del puro
instinto. Compartir la cama es suficiente para que un hombre y una mujer formen
una pareja, dicen algunos. Hay parejas y parejas; cuando un hombre y una mujer
se aman uno al otro, no se contentan con la expresión física, con “hacer el
amor”, ya que el amor no lo hacen, al amor lo viven y lo cuidan todos los días
en un diálogo de entrega y de aceptación de todo el ser, y esto dura mucho más
que un acto físico.
Los
hombres y las mujeres no somos ángeles, tenemos un cuerpo y través de él
manifestamos nuestros sentimientos.
Amar
de verdad no es fácil, ayuda a que lo sea la sinceridad en todas las cosas,
también en el tema de las relaciones íntimas, antes y después de las mismas.
Los
esposos deben sobreponerse al falso pudor, romper los tabúes y establecer un
diálogo transparente y capaz de trasmitir al otro los propios deseos,
sensaciones y gustos.
“Este amor tiene su manera propia de expresarse y de
realizarse. En consecuencia, los actos con los que los esposos se unen íntima y
castamente entre sí, son honestos y dignos y, ejecutados de manera
verdaderamente humana, significan y favorecen el don recíproco, con el que se
enriquecen mutuamente en un clima de generosa gratitud” GS 49)
Todos
los hombres y mujeres somos seres sexuados y, como tales, nos comunicamos y
manifestamos unos a otros. Todas las células de nuestro organismo son sexuadas.
La sexualidad es un elemento básico de la personalidad masculina o femenina, un
modo propio de ser, que se expresa de modo distinto en todas las actividades
del hombre y de la mujer
Ser hombre,
saberlo y aceptarlo, y ser mujer, saberlo y aceptarlo, son los ingredientes de
la identidad sexual.
Conocer
la propia identidad sexual es condición previa para la aceptación de uno mismo
y para lograr la propia satisfacción siendo cada uno lo que es, hombre o mujer.
La ciencia tendrá que determinar si es posible que uno tenga una identidad
indefinida, como parece que hay en la realidad, no sabemos, hoy por hoy, si por
genética o por vicio.
No es
lo mismo sexualidad la cual, como queda dicho, afecta a todo el organismo que
genitalidad, la cual se refiere exclusivamente a los órganos reproductores,
tanto del hombre como de la mujer.
La
comunicación y la relación interpersonales son imprescindibles para el
desarrollo físico, psíquico, social y moral de los seres humanos. Nos
comunicamos y relacionamos como seres sexuados, de ahí que la misma sexualidad
sea una forma no desdeñable de comunicación y de relación.
El
contacto personal, las carias, los besos y abrazos expresan sentimientos y
afectos, difíciles de explicar con palabras, las cuales, a menudo, son menos
espontáneas y sinceras.
El
diálogo sexual
El
verdadero significado de la intimidad sexual matrimonial, en toda la extensión
de sus actos, es ser la manifestación externa y corporal de un diálogo mucho
más profundo entre los dos esposos. Diálogo previo a la misma relación sexual,
afectivo, amoroso, abierto, confiado, respetuoso y transparente.
Si
falta este diálogo, la relación sexual íntima no pasa de ser una erotización y
estimulación mutuas, tal vez, con respuesta en ambos, pero nunca será la
comunicación deseada por dos personas que se quieren.
La
intimidad sexual con amor y sin amor
El
sexo sin amor coloca a la altura de los animales irracionales, la del puro
instinto. Compartir la cama es suficiente para que un hombre y una mujer formen
una pareja, dicen algunos.
Hay parejas y parejas; cuando un hombre y una mujer se aman uno al otro, no se contentan con la expresión física, con “hacer el amor”, ya que el amor no lo hacen, al amor lo viven y lo cuidan todos los días en un diálogo de entrega y de aceptación de todo el ser, y esto dura mucho más que un acto físico.
Hay parejas y parejas; cuando un hombre y una mujer se aman uno al otro, no se contentan con la expresión física, con “hacer el amor”, ya que el amor no lo hacen, al amor lo viven y lo cuidan todos los días en un diálogo de entrega y de aceptación de todo el ser, y esto dura mucho más que un acto físico.
Los
hombres y las mujeres no somos ángeles, tenemos un cuerpo y través de él
manifestamos nuestros sentimientos.
Amar
de verdad no es fácil, ayuda a que lo sea la sinceridad en todas las cosas,
también en el tema de las relaciones íntimas, antes y después de las mismas.
Los
esposos deben sobreponerse al falso pudor, romper los tabúes y establecer un
diálogo transparente y capaz de trasmitir al otro los propios deseos,
sensaciones y gustos.
“Este amor tiene su manera propia de expresarse y de
realizarse. En consecuencia, los actos con los que los esposos se unen íntima y
castamente entre sí, son honestos y dignos y, ejecutados de manera
verdaderamente humana, significan y favorecen el don recíproco, con el que se
enriquecen mutuamente en un clima de generosa gratitud” GS 49)
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