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lunes, 6 de junio de 2011

6.- DIÁLOGO Y SEXUALIDAD

La sexualidad, dimensión de la persona
Todos los hombres y mujeres somos seres sexuados y, como tales, nos comunicamos y manifestamos unos a otros. Todas las células de nuestro organismo son sexuadas.
La sexualidad es un elemento básico de la personalidad masculina o femenina, un modo propio de ser, que se expresa de modo distinto en todas las actividades del hombre y de la mujer
Ser hombre, saberlo y aceptarlo, y ser mujer, saberlo y aceptarlo, son los ingredientes de la identidad sexual.
Conocer la propia identidad sexual es condición previa para la aceptación de uno mismo y para lograr la propia satisfacción siendo cada uno lo que es, hombre o mujer. La ciencia tendrá que determinar si es posible que uno tenga una identidad indefinida, como parece que hay en la realidad, no sabemos, hoy por hoy, si por genética o por vicio.
Sexualidad y genitalidad
No es lo mismo sexualidad la cual, como queda dicho, afecta a todo el organismo que genitalidad, la cual se refiere exclusivamente a los órganos reproductores, tanto del hombre como de la mujer.
La comunicación y la relación interpersonales son imprescindibles para el desarrollo físico, psíquico, social y moral de los seres humanos. Nos comunicamos y relacionamos como seres sexuados, de ahí que la misma sexualidad sea una forma no desdeñable de comunicación y de relación.
El contacto personal, las carias, los besos y abrazos expresan sentimientos y afectos, difíciles de explicar con palabras, las cuales, a menudo, son menos espontáneas y sinceras.

El diálogo sexual
El verdadero significado de la intimidad sexual matrimonial, en toda la extensión de sus actos, es ser la manifestación externa y corporal de un diálogo mucho más profundo entre los dos esposos. Diálogo previo a la misma relación sexual, afectivo, amoroso, abierto, confiado, respetuoso y transparente.
Si falta este diálogo, la relación sexual íntima no pasa de ser una erotización y estimulación mutuas, tal vez, con respuesta en ambos, pero nunca será la comunicación deseada por dos personas que se quieren.

La intimidad sexual con amor y sin amor
El sexo sin amor coloca a la altura de los animales irracionales, la del puro instinto. Compartir la cama es suficiente para que un hombre y una mujer formen una pareja, dicen algunos. Hay parejas y parejas; cuando un hombre y una mujer se aman uno al otro, no se contentan con la expresión física, con “hacer el amor”, ya que el amor no lo hacen, al amor lo viven y lo cuidan todos los días en un diálogo de entrega y de aceptación de todo el ser, y esto dura mucho más que un acto físico.
Los hombres y las mujeres no somos ángeles, tenemos un cuerpo y través de él manifestamos nuestros sentimientos.
Amar de verdad no es fácil, ayuda a que lo sea la sinceridad en todas las cosas, también en el tema de las relaciones íntimas, antes y después de las mismas.
Los esposos deben sobreponerse al falso pudor, romper los tabúes y establecer un diálogo transparente y capaz de trasmitir al otro los propios deseos, sensaciones y gustos.
“Este amor tiene su manera propia de expresarse y de realizarse. En consecuencia, los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí, son honestos y dignos y, ejecutados de manera verdaderamente humana, significan y favorecen el don recíproco, con el que se enriquecen mutuamente en un clima de generosa gratitud” GS 49)


Todos los hombres y mujeres somos seres sexuados y, como tales, nos comunicamos y manifestamos unos a otros. Todas las células de nuestro organismo son sexuadas. La sexualidad es un elemento básico de la personalidad masculina o femenina, un modo propio de ser, que se expresa de modo distinto en todas las actividades del hombre y de la mujer
Ser hombre, saberlo y aceptarlo, y ser mujer, saberlo y aceptarlo, son los ingredientes de la identidad sexual.
Conocer la propia identidad sexual es condición previa para la aceptación de uno mismo y para lograr la propia satisfacción siendo cada uno lo que es, hombre o mujer. La ciencia tendrá que determinar si es posible que uno tenga una identidad indefinida, como parece que hay en la realidad, no sabemos, hoy por hoy, si por genética o por vicio.
No es lo mismo sexualidad la cual, como queda dicho, afecta a todo el organismo que genitalidad, la cual se refiere exclusivamente a los órganos reproductores, tanto del hombre como de la mujer.
La comunicación y la relación interpersonales son imprescindibles para el desarrollo físico, psíquico, social y moral de los seres humanos. Nos comunicamos y relacionamos como seres sexuados, de ahí que la misma sexualidad sea una forma no desdeñable de comunicación y de relación.
El contacto personal, las carias, los besos y abrazos expresan sentimientos y afectos, difíciles de explicar con palabras, las cuales, a menudo, son menos espontáneas y sinceras.

El diálogo sexual
El verdadero significado de la intimidad sexual matrimonial, en toda la extensión de sus actos, es ser la manifestación externa y corporal de un diálogo mucho más profundo entre los dos esposos. Diálogo previo a la misma relación sexual, afectivo, amoroso, abierto, confiado, respetuoso y transparente.
Si falta este diálogo, la relación sexual íntima no pasa de ser una erotización y estimulación mutuas, tal vez, con respuesta en ambos, pero nunca será la comunicación deseada por dos personas que se quieren.

La intimidad sexual con amor y sin amor
El sexo sin amor coloca a la altura de los animales irracionales, la del puro instinto. Compartir la cama es suficiente para que un hombre y una mujer formen una pareja, dicen algunos. 
Hay parejas y parejas; cuando un hombre y una mujer se aman uno al otro, no se contentan con la expresión física, con “hacer el amor”, ya que el amor no lo hacen, al amor lo viven y lo cuidan todos los días en un diálogo de entrega y de aceptación de todo el ser, y esto dura mucho más que un acto físico.
Los hombres y las mujeres no somos ángeles, tenemos un cuerpo y través de él manifestamos nuestros sentimientos.
Amar de verdad no es fácil, ayuda a que lo sea la sinceridad en todas las cosas, también en el tema de las relaciones íntimas, antes y después de las mismas.
Los esposos deben sobreponerse al falso pudor, romper los tabúes y establecer un diálogo transparente y capaz de trasmitir al otro los propios deseos, sensaciones y gustos.
“Este amor tiene su manera propia de expresarse y de realizarse. En consecuencia, los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí, son honestos y dignos y, ejecutados de manera verdaderamente humana, significan y favorecen el don recíproco, con el que se enriquecen mutuamente en un clima de generosa gratitud” GS 49)

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