Concepción tradicional: El padre es el que detenta el poder y la autoridad; él manda y todos los demás, incluida la madre, le deben obediencia; él gobierna la familia en todos los aspectos, compra, vende y firma los documentos pertinentes, sólo al padre conferían las leyes estas facultades.
Son los tiempos en los que no estaban reconocidos en las legislaciones los derechos individuales de las personas ni la igualdad de derechos del hombre y de la mujer.
No debe extrañar esa especie de reinado del padre en el hogar familiar, pues era una costumbre inveterada, en la que todos habían sido socializados y que, además, estaba reflejada en las leyes.
No por eso se deshacía la familia, al contrario, estaba fuertemente coexionada por el peso de la autoridad paterna. El padre, salvo excepciones, no se comportaba como un tirano, sino como alguien que quiere a los suyos y lo hace desde al ángulo del poder, tal como la ha visto hacer a sus mayores.
Concepción moderna
La situación ha cambiado desde que las legislaciones reconocen la igualdad de derechos del hombre y de la mujer; el matrimonio ya no es lo que era, ya no es uno el que manda, decide o firma documentos, ahora todo es potestad de los dos.
Antes el varón era el que trabajaba fuera del hogar para mantener a toda la familia, mientras que la esposa estaba obligada a quedarse en casa cuidando y educando a los hijos y haciendo las tareas domésticas. Ahora, ambos esposos pueden trabajar fuera de casa y ambos deben compartir el cuidado de los hijos y las tareas domésticas.
¿Qué concepción parece mejor?
En general, se puede decir que ambas fueron y son aceptables, pero cada una en su tiempo. En la actualidad, no cabe duda de que la única respetuosa con las personas es la concepción moderna.
En la tradicional, lo único que se reforzaba era la autoridad paterna, que, según fuera ejercida, daba lugar a una familia o a una tiranía. La concepción moderna tiene algunos flecos que deben ser cuidados si no se quiere vaciarla de contenido y hacerla completamente inútil.
Flecos pendientes
1º. La implicación de los dos esposos en el cuidado y educación de los hijos.
Los esposos jóvenes ya han sido educados en esta concepción del matrimonio, pero, algunos hombres deben hacer un esfuerzo suplementario porque no han recibido ese ejemplo de sus propios padres.
Los padres son los modelos de referencia de los hijos. Es importante que ambos esposos se impliquen en la educación de sus hijos, que ambos sean modelos de referencia, las hijas deben aprender a ser mujer con el ejemplo de su madre y los hijos a ser hombres con la referencia de su padre.
Para la adecuada educación global de los hijos es de máxima importancia que dispongan de ambos modelos de referencia. Los hijos necesitan ver y sentir el modelo de comportamiento distinto de la madre y del padre, porque son hombre y mujer, y, al mismo tiempo, necesitan ver, sentir y oír que la diferencia sexual no está reñida con el criterio uniforme del padre y de la madre, logrado a través del diálogo efectivo y afectivo.
La implicación de ambos en la transmisión a los hijos de los valores de la familia.
Este será el punto más importante de la educación. No puede seguir sólo en manos de la madre, la paternidad y la maternidad obliga a ambos del mismo modo.
2º. Llegar a la igualdad real entre los derechos del padre y los de la madre, no es suficiente la igualdad legal aceptada sólo en teoría.
Los derechos se respetan cuando se dialogan las cuestiones y se pone en práctica lo decidido por ambos, no por una sola de las partes. De nada vale que la ley otorgue la igualdad de derechos a la esposa y al esposo si, en el cada día, uno u otro impone su voluntad.
3º. Llegar al equilibrio en el reparto de las tareas domésticas. Algún día se conseguirá.
No por eso se deshacía la familia, al contrario, estaba fuertemente coexionada por el peso de la autoridad paterna. El padre, salvo excepciones, no se comportaba como un tirano, sino como alguien que quiere a los suyos y lo hace desde al ángulo del poder, tal como la ha visto hacer a sus mayores.
Concepción moderna
La situación ha cambiado desde que las legislaciones reconocen la igualdad de derechos del hombre y de la mujer; el matrimonio ya no es lo que era, ya no es uno el que manda, decide o firma documentos, ahora todo es potestad de los dos.
Antes el varón era el que trabajaba fuera del hogar para mantener a toda la familia, mientras que la esposa estaba obligada a quedarse en casa cuidando y educando a los hijos y haciendo las tareas domésticas. Ahora, ambos esposos pueden trabajar fuera de casa y ambos deben compartir el cuidado de los hijos y las tareas domésticas.
¿Qué concepción parece mejor?
En general, se puede decir que ambas fueron y son aceptables, pero cada una en su tiempo. En la actualidad, no cabe duda de que la única respetuosa con las personas es la concepción moderna.
En la tradicional, lo único que se reforzaba era la autoridad paterna, que, según fuera ejercida, daba lugar a una familia o a una tiranía. La concepción moderna tiene algunos flecos que deben ser cuidados si no se quiere vaciarla de contenido y hacerla completamente inútil.
Flecos pendientes
1º. La implicación de los dos esposos en el cuidado y educación de los hijos.
Los esposos jóvenes ya han sido educados en esta concepción del matrimonio, pero, algunos hombres deben hacer un esfuerzo suplementario porque no han recibido ese ejemplo de sus propios padres.
Los padres son los modelos de referencia de los hijos. Es importante que ambos esposos se impliquen en la educación de sus hijos, que ambos sean modelos de referencia, las hijas deben aprender a ser mujer con el ejemplo de su madre y los hijos a ser hombres con la referencia de su padre.
Para la adecuada educación global de los hijos es de máxima importancia que dispongan de ambos modelos de referencia. Los hijos necesitan ver y sentir el modelo de comportamiento distinto de la madre y del padre, porque son hombre y mujer, y, al mismo tiempo, necesitan ver, sentir y oír que la diferencia sexual no está reñida con el criterio uniforme del padre y de la madre, logrado a través del diálogo efectivo y afectivo.
La implicación de ambos en la transmisión a los hijos de los valores de la familia.
Este será el punto más importante de la educación. No puede seguir sólo en manos de la madre, la paternidad y la maternidad obliga a ambos del mismo modo.
2º. Llegar a la igualdad real entre los derechos del padre y los de la madre, no es suficiente la igualdad legal aceptada sólo en teoría.
Los derechos se respetan cuando se dialogan las cuestiones y se pone en práctica lo decidido por ambos, no por una sola de las partes. De nada vale que la ley otorgue la igualdad de derechos a la esposa y al esposo si, en el cada día, uno u otro impone su voluntad.
3º. Llegar al equilibrio en el reparto de las tareas domésticas. Algún día se conseguirá.
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