La
utilización del chupete permite que los bebés y los niños
pequeños, obtengan una sensación placentera y reconfortante que les
proporciona seguridad. No obstante, los padres deben permitir un uso
moderado y prudente del mismo.
Indicaciones
generales para su uso.
No
es recomendable el uso del chupete en bebés menores de un mes,
porque el riesgo de aspiración de vómito es mayor en un niño
pequeño con chupete que sin él.
No
ofrecerlo hasta que la lactancia materna está bien establecida.
No
imponérselo si da muestras de desagrado o lo escupe.
Cuando
el bebé llora, no intente calmarlo endulzando el chupete con azúcar,
miel u otros alimentos dulces, que pueden provocar la aparición de
caries.
No
use el chupete para apaciguar las ganas de comer del niño o para
retrasar la toma hasta una hora determinada.
No
cuelgue el chupete del cuello del niño con hilos o cadenas largas,
que pueden ser un peligro. Use pinzas para sujetarlo a la ropa.
Usarlo
lo menos posible y sólo si no puede coger al bebé en brazos.
El
uso prolongado del chupete puede
producir distintos problemas no deseables en el desarrollo del niño:
Los
dientes centrales inferiores se desvían hacia dentro.
Los
dientes centrales superiores se separan y desvían hacia afuera.
Se
deforma y estrecha el techo de la boca (paladar duro).
Los
arcos dentales, inferiores y superiores, se desajustan y pierden la
alineación correcta con lo que el niño puede tener problemas para
morder los alimentos correctamente.
Consejos
prácticos para retirar el chupete.
No
hay una respuesta general que valga para todos los niños, no
obstante la sensatez puede ser una buena pauta a seguir.
Es
conveniente aprovechar un momento de estabilidad familiar y en el que
no haya aumento de tensión emocional (nerviosismo, disgustos,
separaciones, hospitalizaciones...).
Nunca
se debe recurrir a castigos o medidas humillantes. El niño no hace
nada reprochable al buscar la sensación placentera que le da el
chupete. Los padres son los que deben buscar el tiempo y el modo más
adecuados para la retirada.
Procurar
que el niño participe activamente en la decisión de abandonar el
chupete, eligiendo, por ejemplo, entre alguna de estas posibilidades:
*
Tirarlo directamente a la basura (en el contenedor de la calle).
*
Enviarlo por correo a la casa de: los abuelitos, los primos, los
tíos.
*
Dejarlo una noche bajo la cama para que lo coja “el ratoncito
Pérez”.
A
los niños más mayorcitos, se les puede explicar lo “fea” que se
les quedará su boca, si siguen usando el chupete.
Puede
ocurrir, que tras el abandono del chupete, su hijo vuelva a pedirlo,
sea firme y no ceda en la decisión tomada.
Edad
aproximada:
A
partir del año y medio podemos comenzar a ir limitando
progresivamente su uso.
A
los dos años conviene tener restringido el recurso del
chupete a situaciones muy concretas, (por ejemplo cuando se vaya a la
cama).
A
los 3 años es conveniente que se haya realizado la retirada
definitiva. Realizar una pequeña fiesta
familiar cuando el niño consiga abandonar el chupete
definitivamente, en la que él será el gran protagonista y en la que
mostraremos el orgullo que nos produce que se vaya haciendo “mayor”.
Chuparse
el dedo
El
chupete, con frecuencia, se pone al niño para que no se chupe el
dedo.
Chuparse
el dedo es un reflejo completamente normal para bebés pequeños;
responde a la necesidad de succión que, cuando son bebés, no genera
daños a sus dientes o mandíbulas. Incluso, muchas veces en las
ecografías, podemos ver a fetos chupándose el dedo.
La
razón por la que se chupan los dedos tiene que ver con la facilidad
con que los encuentran, cuando están despiertos y recurren a ellos
para calmar la necesidad de succión. Para ellos es una experiencia
sensorial relajante, totalmente normal como forma de calmarse. La
explicación científica es que la relajación produce endorfinas en
el cerebro del bebé y éstas hormonas que calman y dan placer.
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