El gateo |
Durante el primer año de vida, suceden de forma acelerada grandes avances en el desarrollo de los niños.
A lo largo de estos doce meses, los bebés pasan de una escasa actividad (aunque muy intensa en términos evolutivos) a intentar ganarse la atención y el afecto de quienes le rodean a través de sus gestos, sonrisas e incluso, primeros sonidos y palabras.
Día a
día va conquistando nuevas adquisiciones que suponen grandes avances
evolutivos:
Descubre
el movimiento:
El
avance en las habilidades motrices, es lo más evidente durante el primer año.
El bebé adquiere fuerza y tono muscular.
Pasa
de controlar únicamente su cabeza a rastrear, gatear y casi sin darnos
cuenta,
a dar sus primeros pasos.
Cada
vez le interesan más los objetos que le rodean deseando cogerlos y manipularlos
con sus manos, lo cual va a favorecer el desarrollo de su motricidad fina.
Agudiza
sus sentidos:
Desde
que nace, su audición es perfecta; el tacto también está desarrollado por lo
que disfruta de las caricias y contacto físico.
Su
visión va desarrollándose poco a poco pasando de ver sólo a una distancia de
unos 25 cms., en el primer mes y estabilizándose ya alrededor de los seis
meses, momento en que es capaz de enfocar, seguir los objetos y explorarlos con
la vista.
Aprende
a expresarse:
Desde
el primer mes, ensaya nuevas formas de expresión llamando la atención a través
del llanto y movimientos de brazos y piernas. Posteriormente empieza a emitir
balbuceos pasando poco a poco a imitar sonidos muy básicos pero aprendidos de
su entorno, hasta llegar a las primeras palabras al rededor de los doce meses.
A
través de las pequeñas interacciones del niño, se van sentando las bases de su
desarrollo social y emocional.
El
primer año del niño va a tener una importancia vital en la formación de su
personalidad. El afecto recibido por parte de los padres en estos momentos
revierte muy positivamente en su futuro.
La
privación de esta relación puede marcar la vida afectiva de los niños.
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