SUMARIO
81.- El nacimiento biológico
82. Ya somos padres
83.- Vista rápida del desarrollo medio de niños de 0 a 3 años
84.- El primer año de vida
85.- Necesidades básicas del primer año
86.- Qué puedes hacer para ayudar a tu bebé
87.- El desarrollo del bebé
88.- Desarrollo de las motricidad
89.- La estimulación sensorial
90.- El desarrollo cognitivo por el juego
91.- El lenguaje infantill
92.- Higiene y salud
93.- Desarrollo intelectual y del lenguaje
94.- Para llegar a la alimentación autónoma
95.- Algo sobre el chupete
96.- Control de esfínteres
81.- El nacimiento biológico
82. Ya somos padres
83.- Vista rápida del desarrollo medio de niños de 0 a 3 años
84.- El primer año de vida
85.- Necesidades básicas del primer año
86.- Qué puedes hacer para ayudar a tu bebé
Llegó el momento |
88.- Desarrollo de las motricidad
89.- La estimulación sensorial
90.- El desarrollo cognitivo por el juego
91.- El lenguaje infantill
92.- Higiene y salud
93.- Desarrollo intelectual y del lenguaje
94.- Para llegar a la alimentación autónoma
95.- Algo sobre el chupete
96.- Control de esfínteres
EL NACIMIENTO BIOLÓGICO
En la primera
fase del parto, las
contracciones se vuelven fuertes y regulares comienza. Estas empujan
progresivamente la cabeza del feto hasta que el cuello uterino se abre a 10 cm .
Esta primera fase dura entre 8 y 12 horas en las primíparas y de 4 a 7 en los siguientes
nacimientos.
El nacimiento biológico del infante humano y el nacimiento
psicológico no coinciden en el tiempo. El primero es un acontecimiento
espectacular, observable y bien circunscrito; el último es un proceso
intrapsíquico de lento desarrollo" M. Mahler.
EL
PARTO
En los últimos meses del embarazo, el útero se contrae y
relaja a intervalos irregulares adquiriendo mayor tono muscular y entreabriendo
su cuello uno a dos cms. En algún momento del último mes, algunos fetos giran
colocándose en posición cefálica.
Inmediatamente
comienza la transición, cuando la cabeza desciende al canal de parto.
La segunda fase, que puede durar 1 o 2
horas en las primíparas y unos momentos en los partos subsiguientes, comienza
cuando la cabeza aparece por la abertura de la vagina que se dilató con cada
contracción.
Tercera fase, cuando, el bebé está
totalmente afuera, quedando pendiente, finalmente, que las contracciones
expulsen la placenta.
Algunas veces, por dificultades propias del proceso de
parto (distocias) o por riesgo fetal (prematuros de muy bajo peso, etc) como
también por indicaciones maternas (cardiopatías, nefropatías, eclampsia, etc),
puede que deba realizarse una cesárea.
Otras, lamentablemente, la operación es indicada por
causas ajenas a la salud de la madre y el niño.
Los
primeros momentos
Si el recién nacido tuvo la suerte de pertenecer al grupo
francamente mayoritario de aquellos que nacen sin problemas, si el equipo
obstétrico logró respetar y cuidar el proceso natural del parto en lugar de
asumir su control "medicalizándolo", si el niño logró disfrutar
alerta, respirando y llorando por su cuenta de los primeros minutos de vida
sobre el pecho de su madre, puede que ese, sea uno de los días más
felices de su vida.
La clase médica, en ocasiones, impone arbitrariamente
condiciones adversas en nombre de un supuesto rigor académico. Los obstetras,
neonatólogos, enfermeras, pediatras, debemos comprender que somos privilegiados
testigos de un acontecimiento que nos excede, un hecho natural al que tienen
derecho sus protagonistas.
"El apego existe para el ser humano en cuanto
mamífero, pero los animales abandonan a la cría defectuosa. Para el humano no
hay selección natural, porque su función simbólica difiere completamente del
instinto animal. Por desgracia, poco a poco se ha ido desvirtuando el lenguaje
materno natural al separar a la madre del lactante en el momento del parto.
Cada pequeño no es más que el hijo de la ciencia y no de su madre durante los
días que éstos permanecen en la clínica. Actualmente se ha acumulado suficiente
evidencia como para no repetir estas torpezas". F. Dolto.
La
implantación extrauterina, en la familia.
Luego del parto, el niño deja de estar aislado de
las duras condiciones externas.
Ya no están garantizados ni el oxígeno ni los nutrientes
que aportaba el cordón umbilical. Sus deseos y necesidades serán satisfechos
solamente a veces.
El bebé humano es una unidad biológica sumamente compleja
pero inmadura y, justamente por esto, los recursos necesarios para afrontar la
supervivencia demandan un costo mayor. En el alto grado de organización de su
psiquismo reside tanto su fortaleza como especie, como su vulnerabilidad.
El niño al nacer se implanta, bien o mal, en una red
grupal humana. Esta, la familia, aporta la identidad desde lo biológico, lo
psicológico y lo social, dejando algo así como la marca en el orillo.
"El nacimiento extrauterino marca formalmente el
reconocimiento como individuo, siendo el nacer el episodio más violento en toda
la historia de su individuación. Es percibido como un individuo de la especie.
Pero depende absolutamente de los individuos maduros de su especie para
sobrevivir. Para poder ser reconocido como humano, deberá ir acuñando procesos
en el nivel de lo psíquico y en esto consistirá su humanización progresiva. La
humanización se produce por el íntimo intercambio con las personas a su
alrededor. Del interjuego entre las pulsiones por llenar con el medio proveedor
surgirá el poder de preservar la vida, instalándose así las bases del psiquismo
temprano, el inicio del órgano mental. El desarrollo de este órgano y su
maduración es de armado postnatal. Esta ligazón afectiva se traduce en un
vínculo que actúa a modo de cordón umbilical, no tangible, pero vigoroso transportador....La
placenta biológica intrauterina queda ahora transformada en una placenta
igualmente real, tan real que sin ella se muere". A. Pérez.
La trama íntima de la familia, a su vez, se modifica. Los
hijos se hacen padres, los padres, abuelos, el primer hijo, hermano, los
hermanos, tíos y así la dinámica familiar se transforma cambiando la posición
de cada uno de sus componentes. Cada nacimiento afecta a todo el grupo,
replanteando la dinámica entre la vida y la muerte.
Para los padres, el hijo es un triunfo frente a la propia
finitud. Para los abuelos, la posibilidad de alcanzar la inmortalidad.
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