El niño viene a parar a un mundo
que lo precede. Un conjunto de leyendas, historias, expectativas, están en el
hogar y se cuentan, antes de que el niño entre en la escena. Junto con la
evolución del comportamiento fetal se producen cambios en el psiquismo de los
padres.
Al comienzo del embarazo aparecen sentimientos ambivalentes: alegría y temor ante
el cambio de vida que supone la crianza y pueden surgir conflictos en la
pareja. El lugar del niño en el deseo de su padre o de su madre, está en
relación con múltiples dimensiones, conscientes e inconscientes.
Para cada uno de los padres se vuelve a poner en juego su
posición de hijo en relación con los propios padres. El padre y la madre tienen
que franquear respectivamente el pasaje entre el hombre y el padre, entre la
mujer y la madre, del dos de la pareja al tres que implica el nacimiento del
hijo.
Alrededor de la semana 20, cuando el feto comienza a moverse, o antes quizás,
frente a una visualización ecográfica, la comprobación de que el feto existe
como ser separado puede provocar sentimientos encontrados. Estas expectativas
respecto al hijo por venir, el hijo ideal, investido a partir del narcisismo de
sus padres, pueden coexistir con preocupaciones conscientes o inconscientes con
respecto a la salud del niño, así como con ensayos mentales acerca de cómo afrontarían
la malformación o la enfermedad.
Ya cerca del final del embarazo la madre logra sostener un
"diálogo" con su hijo percibiendo respuesta a sus mensajes y comenzando
a adscribirle una personalidad individual y una capacidad de supervivencia
independiente.
Cómo está
constituida la pareja de padres, si ambos están presentes, si desde el embarazo
fueron evolucionando hacia ser más bien padre y madre que marido y mujer, si
han ido creando en sus mentes un espacio para el hijo, y si éste se traduce en
hechos en la realidad, son síntomas con los que se puede evaluar la capacidad
de la pareja para maternalizarse o paternalizarse.
Todos
estos hechos y estas preguntas pueden hacer resonar ciertos momentos cruciales
de la historia del padre, de la madre o de la pareja, que marcarán la modalidad
de la respuesta que darán a su hijo, y determinarán en cierto modo su futuro.
El vínculo madre-hijo y la salud de la trama familiar
pueden y deben ser estudiados y estimulados aún antes del nacimiento.
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