El matrimonio, en la sociedad occidental, está configurado en dos vertientes; la civil, que afecta a la generalidad de los ciudadanos y se establece en los Códigos de Derecho Civil, y la religiosa que afecta exclusivamente a los creyentes de cada religión y, en el caso de los católicos, se establece en el Código de Derecho Canónico.
¿Qué es el divorcio?
Es la disolución del matrimonio, declarada y producida por sentencia judicial, en el ámbito del Derecho Civil.
La Iglesia Católica no admite el divorcio y, por tanto, los divorciados no pueden contraer nuevas nupcias “por la Iglesia”, aunque sí podrán hacerlo “por lo civil”.
Causas de que se produzcan divorciosLa Iglesia Católica no admite el divorcio y, por tanto, los divorciados no pueden contraer nuevas nupcias “por la Iglesia”, aunque sí podrán hacerlo “por lo civil”.
1.- La carencia de comunicación entre los esposos.
Este es uno de los problemas fundamentales. Muchas parejas llegan a la separación y al divorcio por no haber sabido comunicarse entre ellos, por no haberse manifestado nunca sus verdaderos sentimientos y afectos.
El trabajo obliga a muchos esposos a permanecer mucho tiempo fuera de sus casas y a vivir separados durante grandes espacios de tiempo, con el peligro de que se enfríe el cariño.
Es muy normal que ambos tengan que trabajar con horarios distintos, lo que va en detrimento de la convivencia en el hogar.
2.- El falso planteamiento del matrimonio.
Fueron con la idea de si no me sale bien, me divorcio, así cortaron las alas al proyecto de vida unidos. No se debe ir al matrimonio poniéndole, antes, por si acaso, una fecha de caducidad.
No se debe idealizar al otro hasta el extremo de que pueda venir la frustración al descubrir que no puede darnos toda la felicidad que anhela nuestro corazón. El cónyuge sólo es una ayuda fundamental.
Los creyentes no deben plantearse el matrimonio como un simple contrato entre los dos, sino como un proyecto de vida a compartir por los dos en presencia y con la ayuda de un tercero, Dios.
3.- Pensar que los valores supremos del matrimonio son la libertad y la felicidad individuales.
Estos valores los pueden tener en cuanto personas individuales y en cuanto matrimonio. Unos no deben excluir a los otros. Los individuales deben supeditarse a los de la pareja, pues lo esencial del matrimonio es el amor que se comparte.
La felicidad conyugal no depende de que no haya dificultades, sino de que los esposos sepan superarlas y no tiren la toalla a las primeras de cambio. El amor conyugal debe dar fuerzas para sobrellevar los mutuos defectos, perdonarlos y ayudar a quitarlos.
4.- La falta de amor.
Dicen que se les acabó el amor. Pero, ¿era amor auténtico lo que tenían antes? Si lo era, ¿por qué se ha acabado, en qué han fallado para no conservar y aumentar ese amor? La falta de amor es una de las causas que más esgrimen los divorciados, en algunas grandes ciudades, como París, hasta el 50 % y algo parecido sucede en Madrid.
5.- La facilidad para divorciarse y rehacer de nuevo la vida.
El esposo o la esposa descubren un día a otra persona que les resulta más atractiva que su cónyuge porque es más joven o tiene más encantos, porque su organismo no está desgastado por el trabajo, la maternidad o los sufrimientos, y surge la infidelidad, la cual, no pocas veces, acaba en divorcio.
Efectos del divorcio
Brevemente, los efectos del divorcio en las personas más directamente afectadas: padres, hijos, abuelos, y familiares.
En la madre:
La sentencia judicial, en la mayoría de los casos, estima que los hijos pequeños deben quedarse bajo la custodia de la madre, por lo que también se le asigna el hogar familiar; si no trabaja, el exmarido deberá pasarle mensualmente una compensación, además de la pensión alimenticia de los hijos.
La madre se enfrenta a una nueva realidad: Deberá hacer, a la vez, de madre y de padre con todas las dificultades que esto conlleva. Salvo casos muy extremos, nunca una madre será mejor padre que un padre, y viceversa.
Además, aunque los casos son muy diferentes y el porcentaje muy difícil determinar, muchas mujeres soportaron durante años toda suerte de vejaciones y malos tratos físicos y psicológicos, para ellas el divorcio es una liberación.
En el padre.
Con el divorcio asiste a la progresiva debilitación del vínculo afectivo con sus hijos. El régimen de visitas, con frecuencia, sólo sirve para encrespar más los ánimos de los progenitores.
Han cambiado sus circunstancias personales, sociales y económicas. El hombre separado o divorciado es un hombre errante, aislado, desorientado, sin expectativas válidas de futuro, no suele tener adónde ir ni con quién estar.
El divorciado tiene la imperiosa necesidad de adaptarse a la nueva situación. Puede que lo consiga rehaciendo su vida en una nueva relación, lo que sería su mejor salida. Pero puede, también, y esta sería la peor, caer en una depresión con efectos verdaderamente desastrosos, pérdida del trabajo, abandono de los estudios, irse a vivir a otra región e, incluso mucho peor, secuestrar a sus hijos, matar a su exmujer o suicidarse.
En los hijos
No obstante lo dicho sobre el padre y la madre, las mayores víctimas del divorcio son los hijos, sobre todo, si son pequeños.
Jamás los hijos pequeños entenderán que sus padres, que dicen amarles tanto, no se amen entre sí. Todo el entorno afectivo de los pequeños queda afectado. Ya nada volverá a ser igual. Padecerán crisis de ansiedad, pérdida de la seguridad en sí mismos o trastornos de la personalidad.
El niño pequeño piensa que él tiene la culpa de la separación de sus padres, se ve afectado por una gran tristeza, por apatía ante las cosas, pereza, bajo rendimiento escolar, falta de iniciativa. Suelen aparecer conductas antisociales, delincuencia juvenil, violencia en el colegio. Es su forma de llamar la atención y manifestar el sufrimiento.
Otro problema, que agrava la situación, surge cuando cada uno de los progenitores crea una nueva familia en la que el niño, a pesar de todas las atenciones que recibe, se siente un extraño.
¿Cómo prevenir el divorcio?
La prevención del divorcio comienza antes de la boda. El matrimonio no es meramente un recorrido instintivo, para satisfacer los impulsos sexuales o propiciar la conservación de la especie, sino que es, sobre todo, una vocación que obliga a los esposos a preguntarse por qué, con quién y para qué se casan.El primer año de convivencia conyugal tiene mucha importancia. Ambos deben expresarse su mutua admiración, apoyarse en todo, tener detalles que manifiesten el cariño y permanecer uno junto al otro en los momentos difíciles.
El divorcio no es la única salida a las dificultades. No es un suceso más en la vida normal de una familia, no es un signo de libertad, sino de ruptura. El divorcio crea seres humanos solitarios, tristes y amargados.
Las crisis pueden ser pasajeras o tan importantes que el matrimonio no pueda superarlas por sí solo y necesite ayuda. En este caso, hará bien en acudir a la mediación familiar, los profesionales, que intentarán ayudarles en sus dificultades y evitar que se produzca la separación o el divorcio.
El mediador es una persona neutral que se pone al servicio del matrimonio, no al servicio de cada una de las partes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario