Mi familia

martes, 5 de julio de 2011

35.- DESVIACIONES DEL ROL DE PADRE (1ª PARTE)


Es imposible encontrar a un padre ideal, que sirva de modelo de identificación absoluto para sus hijos. La imposibilidad del padre ideal no está reñida con la posibilidad de un buen padre.
Desviaciones del rol de padre
Un buen padre es, ante todo, un buen marido. El que, sin ningún aire de superioridad, es con su ejemplo y conducta, un espejo en el que se miran sus hijos, dotado de firmeza, autoridad y ternura, en dosis convenientemente distribuídas. Un buen padre es una persona equilibrada que ve, juzga y actúa, en consecuencia, y siempre con una gran dosis de afecto.
No es buen padre el que consiente todo, el que permite todo, el que todo lo juzga, el que por todo riñe y critica todo  implacablemente. El buen padre ve siempre lo positivo de sus hijos y trata de apoyarlo, y cuando ve algo negativo, presta su ayuda incondicional para superarlo.

El padre débil
El padre débil pretende desempeñar bien su papel ignorando los problemas cotidianos de sus hijos. En unos casos, el padre piensa que es el hijo quien debe resolver sus problemas y, por tanto, él no debe intervenir. En otros casos, muy frecuentes en los padres con tinte de “modernos”, porque a los hijos no se les debe llevar la contraria para no frustrarlos.
Ambas situaciones no son otra cosa que la afirmación de su incapacidad para solucionar las dificultades. Los hijos, desee pequeños, necesitan una autoridad cariñosa que les guíe y proteja. Esta autoridad es una obligación de ambos padres. Desertar de ella es traicionar su papel de padres y desamparar a sus hijos.

El padre amigo
Uno de los errores más frecuentes de los padres es creer que cumplen tanto mejor su papel cuanto más se ponen a la altura de sus hijos, como uno más de sus “amigos”.
No se debe aparentar lo que no se es. Ser padre va mucho más allá que la amistad de un compañero de estudios o de juego. Los amigos se escogen entre iguales en aficiones, ideales, ocupaciones.
El padre “amigo” confunde confianza con amistad. Un padre y un hijo se pueden tener una gran confianza, eso es siempre lo deseable, pero no por eso serán amigos; siguen siendo padre e hijo, separados no sólo por la edad, sino también por la distinta concepción del mundo y de la vida. El padre, en el mejor de los casos, siempre será visto como un adulto que aconseja y educa.
El padre debe ser un guía constante para sus hijos, participar de sus inquietudes, ofrecerles y aceptar su confianza, pero nunca participar en sus actividades como “un amigo más de la pandilla”, sino como padre.
Lo mismo vale para la madre en relación con las hijas.

El padre autoritario
El padre autoritario es el que abusa de su autoridad. Son frecuentes los casos en que los problemas o frustraciones del padre fuera del hogar familiar los pagan los hijos y la esposa.
Bástenos recordar los miles de casos de malos tratos que son denunciados todos los años y los miles que se desconocen. La crueldad física y mental tortura sádicamente a miles de niños y mujeres, llegando incluso a su muerte. Son los casos más extremos, pero, sin llegar a tanto, en muchas familias existen otros problemas de autoridad mal entendida.
El padre cansado e irritado que pretende solucionar todo a base de gritos, castigos y palizas, sin pararse antes a reflexionar.
El padre alcohólico o drogadicto que desemboca en una permanente agresividad y una actitud de censura hacia todo lo que hace o no hace su familia. Víctimas de su drogadicción, es un enfermo que necesita ayuda y, mientras tanto, impedir que cause daño a sus familiares.
El padre déspota con la esposa y cariñoso en extremo con sus hijos. Abundan entre los padres “amigos”, son hombres llenos de atenciones para con sus hijos, con los que se muestran hasta débiles, pero que a sus esposas las tratan como a esclavas sin importancia.
Ni que decir tiene, que desvaloran la imagen de la madre a los ojos de los hijos y obstaculizan una evolución afectiva normal de éstos, sobre todo cuando son pequeños.

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