La ruta a seguir |
“Sobre todo, hay que reconocer el puesto singular que corresponde a los esposos y a las familias cristianas, en virtud de la gracia recibida en el sacramento del matrimonio. Su misión debe ponerse al servicio de la edificación de la Iglesia y de la construcción del Reino de Dios en la sociedad. El sacramento confiere a los esposos cristianos una peculiar misión de apóstoles, enviándolos como obreros a su viña y, de manera especial, a este campo de la familia. (Juan Pablo II, FC 71)
El apostolado de los esposos se desarrollará, sobre todo, dentro de la propia familia, con el testimonio de la vida vivida conforme a la ley divina en todos sus aspectos, con la formación cristiana de los hijos, con la ayuda dada para su maduración en la fe, con la educación en la castidad, con la preparación para la vida, con la vigilancia para preservarles de los peligros ideológicos y morales con los que a menudo se ven amenazados, con su gradual y responsable inserción en la comunidad eclesial y civil, con la asistencia y consejo en la elección de su vocación y con la mutua ayuda entre todos los miembros de la familia para el común crecimiento humano y cristiano”.
La familia occidental en un futuro cercano
Lo personal y lo colectivo. Vivimos en la época de los derechos de las personas, los del niño, los de la mujer, el respeto a la persona, la realización de la persona.
Por otra parte, además de los valores y derechos de la persona, conviene no olvidar sino recalcar que la comunidad familiar es el lugar privilegiado para la vivencia y el aprendizaje de esos derechos y valores, que es en la familia donde los hijos adquieren los valores que conformarán su personalidad humana y cristiana. En la familia experimentarán, lo que es dialogar, ser tolerantes, solidarios, comprometidos y generosos.
En la familia, tanto lo personal como lo comunitario, tiene su función específica.
Las relaciones intra y extrafamiliares.El diálogo es la herramienta fundamental en la solución de todo tipo de conflictos familiares.
Con el diálogo, nace un nuevo concepto de autoridad compartida entre los cónyuges. Nada se impone, todo se habla entre los esposos y entre éstos y los hijos. Se exponen las posibles opiniones diversas, se dialoga sobre ellas y se escoge la más conveniente para todos, respetando siempre la dignidad de cada una de las personas, miembros de la familia.
La familia está abierta a la sociedad, se propicia el diálogo entre diversas familias, se forman grupos y asociaciones familiares para defenderse, formarse o disfrutar.
Se tiende a poner la tolerancia como uno de los grandes valores de la convivencia social, dentro y fuera de la familia.
Tendencias de la familia cristiana para un futuro cercano
Será una comunidad de vida y de amor y, por tanto, signo de contradicción, pues chocará con determinados ambientes. Si no quiere ser desbordada, deberá adquirir una buena formación humana y cristiana y, después actuar coherentemente.
Contra el consumismo y el derroche, valorando el compartir, el ser contra el tener.
Contra la agresividad y la violencia ambientales, oponiendo la tolerancia, el respeto y la no-violencia activa.
Contra las guerras como expresión de venganza, de odio o de negocio, educando para la búsqueda de soluciones mediante el diálogo y escogiendo el perdón y la reconciliación.
Contra el desencanto y la desesperanza, sabiendo crear espacios de ilusión y de esperanza, con la firmeza en sus valores y la caridad y el amor al ponerlos en práctica.
Será una familia con Dios a bordo (Rahner)
Dios como Padre ocupará el primer puesto. El Espíritu reunirá y presidirá la familia en su oración frecuente. La familia cristiana del futuro, para poder ser fiel a sí misma, tendrá que tener una profunda vida interior.
Familia educadora en al fe, vivida como regalo de Dios y como don a comunicar. Compartir la alegría de ser hijos de Dios.
La presencia viva de Dios llevará a la familia a la fraternidad universal, la comunión entre todos los seres humanos; y la llevará, también, al compromiso:
A compartir su “pan”, a asumir la causa de los pobres, de los oprimidos y de los sin voz. Hacer brillar la luz de Dios y ser fermento y esperanza.
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