Mi familia

sábado, 27 de agosto de 2011

61.- EL NIÑO RECHAZADO

Soy grosero,¿por qué?
EL NIÑO RECHAZADO 

Todos los padres hemos manifestado, en un momento determinado, una actitud de rechazo hacia nuestros hijos, por ejemplo, cuando estando muy ocupados, no le hemos atendido en una aclaración de sus deberes escolares. Esto es común y no reviste mayor importancia, si se le atiende en otro momento.

Al hablar del niño rechazado, hay que entender al que lo es sistemáticamente a lo largo de toda su infancia o gran parte de ésta.
Para la inmensa mayoría de las personas es inconcebible que los padres rechacen a sus hijos. Al margen de lo que cada cual pueda pensar, el hecho está ahí y son muchos los niños que sufren en sus carnes esta situación.


Niños maltratados
En todas las épocas de la historia ha existido el maltrato de niños; en la nuestra, por la enorme difusión de los medios de comunicación social, todos los días saltan a la luz nuevos casos, en todas las partes del mundo.

¿A qué puede deberse este comportamiento tan antinatural de los padres?
Opinan los psicólogos y sociólogos que esta violencia procede habitualmente de la combinación de tres factores en la vida del progenitor: Inmadurez emocional, que le dificulta para enfrentarse con los obstáculos; los problemas económicos, sociales u ocupacionales, que considera insolubles, y, por último, determinadas características del niño maltratado que le destacan como posible víctima.

El rechazo afectivo
El rechazo del niño no sólo se ejerce con al maltrato físico; hay niños muy bien cuidados en todos los aspectos materiales y que, no obstante, son afectivamente rechazados.
Niños bien alimentados y bien vestidos manifiestan el rechazo de otras formas. Una de ellas, desentenderse de su educación, dejándolos en manos de nodrizas o internos en colegios de pago. Esto es común en la clase social económicamente privilegiada.
Niños que no han llenado las expectativas de sus padres y han frustrado sus esperanzas. Un niño puede resultar enfermizo o no tener las dotes intelectuales o físicas deseadas por sus padres. Puede que haya sido deseado, pero no lo sea en cuanto al sexo. El niño que desearon fuera niña o la niña que debió ser varón suelen llevar en su carne las huellas de estas expectativas frustradas de los padres. También el adolescente que no quiere seguir la tradición familiar o que pretende independizarse antes de lo admitido por los padres.

La reacción defensiva del hijo rechazado
El círculo del hijo rechazado se cierra con la reacción defensiva del hijo ante la agresividad de los padres, reacción también agresiva que aumenta la agresividad parental y así indefinidamente.

El niño rechazado es la víctima de un sinfín de injusticias.
Es el receptáculo de todos los conflictos del hogar, su vida se va configurando para ser el contenedor de todo lo malo de su entorno.
Mientras es niño sus actitudes son de hostilidad hacia sus padres y hacia todo lo que le rodea. De donde debían recibir amor y cuidados, recibieron agresividad y desprecio, quedando marcados para siempre, difícilmente podrán dar lo que nunca recibieron. Las consecuencias son mala conducta, evasiones del hogar, problemas de adaptación social y, casi siempre, fracaso escolar.

Los problemas se agudizan en la adolescencia y en la juventud; la víctima vierte contra la sociedad todo el inconformismo y la rabia que antes dirigía contra sus padres. No deben extrañar los actuales problemas de drogas, alcoholismo y mafias juveniles; no están ahí por casualidad, ni se dan únicamente en los que han sido maltratados físicamente o abandonados en sus necesidades materiales más perentorias, sino que, en un alto porcentaje, se dan en los hijos de las clases económicamente favorecidas, lo que pone de manifiesto su rechazo afectivo.

 ¿Qué clase de padres serán estos jóvenes, si es que llegan a contraer matrimonio? Por desgracia, la mayoría, si no se les ayuda, serán también padres agresivos, que maltratarán a sus cónyuges y a sus hijos.
Al hablar del niño rechazado, hay que entender al que lo es sistemáticamente a lo largo de toda su infancia o gran parte de ésta.
Para la inmensa mayoría de las personas es inconcebible que los padres rechacen a sus hijos. Al margen de lo que cada cual pueda pensar, el hecho está ahí y son muchos los niños que sufren en sus carnes esta situación.

Niños maltratados
En todas las épocas de la historia ha existido el maltrato de niños; en la nuestra, por la enorme difusión de los medios de comunicación social, todos los días saltan a la luz nuevos casos, en todas las partes del mundo.
¿A qué puede deberse este comportamiento tan antinatural de los padres?
Opinan los psicólogos y sociólogos que esta violencia procede habitualmente de la combinación de tres factores en la vida del progenitor: Inmadurez emocional, que le dificulta para enfrentarse con los obstáculos; los problemas económicos, sociales u ocupacionales, que considera insolubles, y, por último, determinadas características del niño maltratado que le destacan como posible víctima.

El rechazo afectivo
El rechazo del niño no sólo se ejerce con al maltrato físico; hay niños muy bien cuidados en todos los aspectos materiales y que, no obstante, son afectivamente rechazados.
Niños bien alimentados y bien vestidos manifiestan el rechazo de otras formas. Una de ellas, desentenderse de su educación, dejándolos en manos de nodrizas o internos en colegios de pago. Esto es común en la clase social económicamente privilegiada.
Niños que no han llenado las expectativas de sus padres y han frustrado sus esperanzas. Un niño puede resultar enfermizo o no tener las dotes intelectuales o físicas deseadas por sus padres. Puede que haya sido deseado, pero no lo sea en cuanto al sexo. El niño que se desearon fuera niño o la niña que debió ser varón suelen llevar en su carne las huellas de estas expectativas frustradas de los padres. También el adolescente que no quiere seguir la tradición familiar o que pretende independizarse antes de lo admitido por los padres.

La reacción defensiva del hijo rechazado
El círculo del hijo rechazado se cierra con la reacción defensiva del hijo ante la agresividad de los padres, reacción también agresiva que aumenta la agresividad parental y así indefinidamente.
El niño rechazado es la víctima de un sinfín de injusticias. Es el receptáculo de todos los conflictos del hogar, su vida se va configurando para ser el contenedor de todo lo malo de su entorno.
Mientras es niño sus actitudes son de hostilidad hacia sus padres y hacia todo lo que le rodea. De donde debían recibir amor y cuidados, recibieron agresividad y desprecio, quedando marcados para siempre, difícilmente podrán dar lo que nunca recibieron. Las consecuencias son mala conducta, evasiones del hogar, problemas de adaptación social y, casi siempre, fracaso escolar.
Los problemas se agudizan en la adolescencia y en la juventud; la víctima vierte contra la sociedad todo el inconformismo y la rabia que antes dirigía contra sus padres. No deben extrañar los actuales problemas de drogas, alcoholismo y mafias juveniles; no están ahí por casualidad, ni se dan únicamente en los que han sido maltratados físicamente o abandonados en sus necesidades materiales más perentorias, sino que, en un alto porcentaje, se dan en los hijos de las clases económicamente favorecidas, lo que pone de manifiesto su rechazo afectivo.


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