La
interacción
La
gran herramienta pedagógica que tenemos a nuestro alcance es la
calidad, intensidad y frecuencia de la interacción con nuestros
hijos.
No
podemos cuidarlos y protegerlos toda la vida.
Pero sí podemos
ayudarlos a desarrollar los recursos necesarios para que puedan
enfrentarse a la vida.
Vivimos
con nuestros hijos y con ellos interactuamos constantemente. Todo lo
que hacemos en su presencia tiene impacto en mente, en su voluntad y
en su corazón. Los padres somos el espejo en el que se miran los
hijos, sobre todo en la infancia y la niñez.
No
podemos olvidar que nuestros hijos quedarán marcados para siempre
por la calidad, la intensidad y la frecuencia de nuestra acción
hacia ellos.
Los
recursos personales
Todos
los padres desean proporcionar a sus hijos recursos económicos, lo
cual es muy loable; pero junto al capital económico, hay algo más
importante, el capital vital, los recursos personales, los hábitos
que deben adquirir que les ayudarán a ser más y mejor persona y a
poder enfrentarse a la vida con ciertas garantías.
Despertar
su inteligencia
La
inteligencia tiene un componente genético y otros ambientales. Sobre
estos últimos podemos actuar positivamente para contribuir al
desarrollo de la misma.
Partiendo
de la base de una buena y sana alimentación, podemos servirnos de la
lectura, el dibujo, la música, los deportes, etc.
Hasta
los seis años, tu hijo dispone de un potencial que no volverá a
tener en toda su vida. Y está demostrado que una
estimulación adecuada y sistemática, sobre todo durante los tres
primeros años, contribuye
a desarrollar sus enormes capacidades. Por eso se recomienda que el
niño crezca rodeado de estímulos sensoriales y psicomotrices. Es lo
que se conoce como "aprendizaje temprano".
Todo
niño llega al mundo con una enorme capacidad para aprender.
Tanto es así que a los 6 años, un niño ya ha aprendido estas cinco
funciones:
Cinco
funciones:
A
entender el lenguaje oral. A leer
el lenguaje escrito. A reconocer
un objeto mediante el tacto. A
hablar un lenguaje abstracto, simbólico y
convencional y A escribir este
lenguaje.
Estas
cinco funciones, además de caminar erguido que ya aprendió
antes, se caracterizan, en primer lugar, porque son exclusivas
de la corteza cerebral humana y ningún otro ser de la
tierra las posee. En segundo lugar, porque son el fundamento y la
base de todos los aprendizajes posteriores. Cuanto más asumidas
y automatizadas estén estas funciones cuando nuestro hijo comience
la escuela (primaria), más posibilidades de éxito tendrá.
Igualmente
es fundamental comprender que ninguna de
estas funciones básicas las puede ejercer un recién nacido porque,
como seres humanos, heredamos enormes potencialidades para
desarrollar a lo largo de nuestra vida, pero muy pocas realidades. La
explicación radica en que el niño ya nace con el número de
neuronas del que dispondrá toda la vida. Pero una neurona, por sí
sola, sirve para muy poco. De hecho, mueren miles de ellas
diariamente y no pasa nada. Lo verdaderamente poderoso son los
circuitos neuronales que se van formando mediante la
estimulación que el cerebro recibe a través de los
sentidos y del movimiento. Los padres son los principales agentes de
esta estimulación.
El conjunto
de circuitos constituyen una poderosa red que, junto a la
mielina que recubre las dendritas y los axones para que la
información viaje por las vías nerviosas con rapidez, hace que el
cerebro pase de pesar 340 gramos en el recién nacido a 970
a los 12 meses, 1250 a los 6 años.
El
aprendizaje temprano
Todo
esto nos conduce a lo más importante para el aprendizaje
temprano: estos circuitos neurológicos sólo alcanzan la plenitud
si, a través de los sentidos y del movimiento, llegan estímulos al
cerebro en esta etapa de la vida de la persona. Y lo más importante:
estas funciones humanas superiores sólo pueden llegar a su máximo
potencial, si se conceden al niño oportunidades de aprendizaje,
durante estos primeros años de especial desarrollo neurológico.
Los
niños con más posibilidades de éxito a lo largo de la historia han
sido aquellos que en su casa han tenido un ambiente
culturalmente rico, y sus padres, especialmente las
madres, guiadas por su amor y su sentido
común, han valorado la cultura y han dado oportunidades a sus
hijos, desde el primer día, para tocar, ver, oír y moverse.
Se trata
de ayudarles a que desarrollen todas las capacidades que llevan
dentro para que sean unas personas equilibradas e inteligentes.
Tenemos
la suerte de que las técnicas y métodos de aprendizaje temprano
ofrecen a los padres esta valiosa información para que disfrutemos
y nos divirtamos con nuestros hijos y, además, para que
éstos alcancen las herramientas suficientes que les permitan, cuando
sean adultos, elegir aquello que quieran ser.
Los
hábitos tardan en adquirirse y se amplían con el tiempo y mucha
repetición. La habilidad de todos los grandes deportistas no la han
conseguido en un abrir y cerrar de ojos, sino a lo largo del tiempo y
repetidos entrenamientos, lo mismo sucede a los seres humanos.
En
cada etapa cambiarán los entrenamientos, las técnicas, pero los
recursos atléticos serían los mismos. También nuestros hijos
pasarán por diversas etapas, infancia, niñez y adolescencia; los
padres deberán adaptarse a cada etapa, pero apoyándose siempre en
los hábitos que vienen desarrollando desde la primera.
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