Mi familia

viernes, 8 de febrero de 2013

101.- LAS RABIETAS


Los padres son modelo de conducta para sus hijos. 
Ayudará a evitar las rabietas incontroladas de los niños el que los padres controlen su propio humor y eviten que sus hijos presencien discusiones, accesos de cólera, estados de nerviosismo.
Los padres han de demostrar con el ejemplo que todo es más fácil y asequible mediante el diálogo sincero y cariñoso.
Es importante saber que en estas edades, nuestros hijos están intentando hacer ver que son capaces de actuar por sí mismos y de establecer su individualidad, y que quieren hacerlo a su manera, no como les dicen sus padres.
Todo ello es un signo normal de aumento de independencia, si bien no significa que sea fácil de resistir y mucho menos cuando lo hacen en público, que por otra parte es su especialidad.
Si esta conducta no se trata correctamente en esta edad, continuará cuando los niños sean mayores y cada vez será más difícil de eliminar, porque lo que en un principio es una rabieta, que se puede considerar como propia de la edad, puede pasar a ser una conducta caprichosa y repetitiva.

El objetivo de las rabietas
El objetivo del niño es llamar la atención del adulto, conseguir algo que quiere y no se le da o evitar sus responsabilidades.

El niño debe aprender:
Que la rabieta es una conducta inadecuada.
Que la rabieta no conduce a nada.
Que no le exime de sus obligaciones.
Que los padres no van a cambiar.

Actuación de los padres:
Como no hay forma de razonar con el niño, la manera más rápida de modificar esta conducta es ignorarla. Sólo así el niño aprenderá que las rabietas no son eficaces y poco a poco decidirá no usarlas.
La padres deben permanecer firmes y no ceder; de lo contrario, si unas veces ceden a su rabieta y otras no, el niño no tendrá un referente claro de respuesta y no aprenderá lo que es adecuado y lo que no lo es.
Esperar hasta que el niño se calme y se pueda hablar con él tranquilamente.
Buscar con él otras formas de pedir las cosas y dejarle muy claro que no todo se puede conseguir.

Para reducir el número de rabietas
Ahora se ha puesto de moda enviar al niño “a pensar” a una silla o un rincón donde el papá o la mamá pueda controlarle y mantenerlo allí durante dos o tres minutos según la edad (un minuto por año más o menos), recordándole, con firmeza, que no podrá moverse de allí hasta que se calme.
Ni siquiera lo mire. Continúe con lo que estaba haciendo y observe al niño a distancia, sin que él se dé cuenta.Esperar a que el llanto disminuya y recordarle que: Cuando termine de llorar podrá irse a jugar.Finalizada la rabieta, recibirle como si nada hubiera pasado, hablar con él tranquilamente, decirle cuánto le quiere.
Las rabietas aparecen más fácilmente cuando hay alguien ajeno a la familia.
En este caso:
Anticípese al problema y avise al niño que va a visitarles una persona que no es de la familia. Déle tiempo para prepararse y asumir la situación.
Dígale que pase lo que pase, ni el papá ni la mamá van a consentir la rabieta.



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