Cuando mis hijos no habían llegado a la
pubertad, todos los fines de semana salía toda la familia a la montaña, a la
Casa de Campo de Madrid o a Pedraza, un pueblo precioso de la montaña
segoviana, y los veranos pasábamos un mes en la playa. Esto se acabó cuando mis
hijos llegaron a la pubertad. Ya no les apetecía tanto pasar el tiempo de ocio
con los padres, preferían pasarlo con sus amigos.
El grupo de amigos
Mi experiencia personal no es un caso aislado
sino la norma general de todos los púberes y adolescentes. Llegados a esta
edad, necesitan encontrar y reafirmar su propia identidad. Están en un terreno
incierto: Ya no son niños, pero tampoco son adultos, la familia se les ha
quedado pequeña, necesitan salir al exterior, descubrir el mundo y su lugar en
él.
Hasta ahora han vivido a la sombra de sus
padres; en adelante, lo harán integrados en un grupo de chicos y chicas de su
misma edad, con los mismos gustos, ideas y aficiones. Con ellos se sentirán
cómodos y establecerán relaciones de confianza y amistad, pues todos navegan en
el mismo barco y a todos les suceden las mismas cosas.
Integrados en su grupo de iguales, los chicos
y chicas maduran y adaptan sus caracteres, su personalidad e incluso sus gustos
a la nueva etapa.
Los adolescentes sin amigos se hacen
solitarios, son infelices y tienen más dificultades para pasar esta etapa de su
vida, en la que se hacen más visibles los cambios de conducta originados tanto
por la creciente madurez del adolescente como por la influencia del grupo de
amigos.
La influencia del
grupo de amigos
Algunos padres se sienten abandonados por sus
hijos adolescentes y culpan de ello a sus amigos. No es cierto, porque no suele
haber tal abandono; lo que pasa es que han llegado al comienzo de la
adolescencia, una etapa que deben cubrir del mejor modo posible para llegar a
la etapa de adultos.
Es cierto que en el grupo de amigos se
producen mutuas influencias; unas, beneficiosas para el crecimiento psíquico
del adolescente y otras muy preocupantes: caer en la droga, el alcohol, el sexo
y conductas delictivas.
También es cierto que los padres siguen
estando presentes en la vida de los adolescentes y siguen influyendo en ellos,
al menos, eso es lo que quiero pensar.
Es un choque entre ambas influencias: La del
grupo que, por lo general, se refiere a las cosas de cada día, y la de los
padres, que, además, suele mirar al futuro.
El adolescente debe asimilar una y otra,
tomar lo bueno de cada una y procurar no caer en las cosas negativas que pueda
haber.
Preocupación de
los padres
El alejamiento adolescente de las figuras
paternas es, también, una necesidad de independencia, lo que suele preocupar
mucho a los padres.
El adolescente, chico o chica, necesita
alejamiento físico de sus progenitores, dejar de ser su sombra, no permanecer
siempre en casa; en definitiva, salir con sus amigos.
El alejamiento físico no tiene por qué ir
acompañado del alejamiento psicológico o emocional.
De la preocupación
a la actuación
Una labor muy especial de los padres es cuidar
para que no se produzca el alejamiento emocional, procurar que los hijos
“sientan” que pueden contar con ellos cuando los necesiten y que les siguen
amando como siempre.
La integración del adolescente en su grupo de
iguales produce en él influencias, positivas unas y negativas otras. Los adolescentes
caminan hacia la adultez, pero todavía no son adultos; están en edad de
formación, no están totalmente formados ni física ni psíquicamente.
Necesitan el
“cuidado” de sus padres.
Una de las formas de prestar este cuidado es
llegar a la seguridad de que los amigos de sus hijos son una influencia
positiva para ellos y no negativa. Los padres necesitan conocer a los amigos de
sus hijos y, para ello, deben propiciar alguna forma de encuentro.
Es fácil invitarlos a merendar el día del
cumpleaños o con cualquier otro motivo. Nada mejor para el conocimiento entre
personas que hablar sentados a una mesa llena de dulces y refrescos. Cuanto
mayor sea el conocimiento del grupo al que pertenece el hijo o la hija
adolescente más fácilmente se podrán evitar las influencias negativas que
puedan surgir.
Resumiendo: Los padres deben estar atentos
a lo que hacen sus hijos adolescentes, mantener con ellos una relación de
proximidad y confianza, y hacer todo lo posible para conocer a sus amigos; de
esta forma les ayudarán a madurar y les evitarán muchos problemas.
Juntos, padres e hijos, deben recorrer el
camino apasionante que va desde la infancia a la edad adulta, el camino más
deslumbrante por el que transita el ser humano.
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