La
sinceridad es un rasgo de la personalidad que todos deseamos tener.
En la educación de los hijos, es fundamental que los padres siembren
la semilla de la sinceridad desde las primeras etapas y favorezcan su
crecimiento a lo largo de todo el ciclo educativo.
CONCEPTOS
FUNDAMENTALES
¿Qué
es la mentira?
Mentir
es decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar.
Es, por tanto, afirmar como cierto algo que sabemos que es falso.
La
mentira es siempre algo incorrecto en cuanto que implica intención
formal de inducir a error. Según el daño que pueda causar a otros,
la mentira puede ser grave.
¿Qué
es la restricción mental?
La
restricción mental se produce cuando se da a las palabras un sentido
distinto del natural y obvio.
En
caso de que no sea posible entender el verdadero sentido de las
palabras, la restricción mental se equipara a la mentira. Cuando
pueda entenderse el verdadero sentido de las palabras, aunque de
hecho se entienda el aparente, estamos ante la verdadera restricción
metal que es lícita y puede ser un medio necesario para guardar
secretos, ante interrogantes que no tienen derecho explícito a
conocer la verdad.
¿Qué
es la contestación evasiva?
Es
la manifestación de la verdad, pero sólo parcialmente – hablo de
las medias verdades – o en un aspecto diferente al que interesa al
interlocutor.
La
evasiva es un subterfugio lícito siempre que el interlocutor no
tenga ningún derecho a la verdad.
SUGERENCIAS
EDUCATIVAS
Los
padres deben ser modelos de veracidad
La
sinceridad, como casi todo en la educación, se siembra con la
conducta de los padres, que son el modelo principal de imitación
para los hijos. Los niños son muy buenos detectives ante un
farsante, un mentiroso o una conducta impropia.
Los
hijos detectan si sus padres se dicen la verdad entre sí o se la
ocultan con vagas excusas. Detectan las mentiras en la vida cotidiana
del hogar y, desde pequeños, aprenden a decirlas, considerándolas
algo normal.
En
muchos hogares los padres dicen pequeñas o grandes mentiras, sin
darles ninguna o escasa importancia. Unos ejemplos:
Suena
el teléfono y lo coge el niño. -Mamá es tu amiga. -Dile que no
estoy. Otro: El papá dice a la mamá: -llama a mi
trabajo y di que estoy en cama con fiebre. Aprovecharé esta mañana
para visitar a unos amigos.
Podría
poner muchos más…
No
puedes pedir a tu hijo que sea sincero si tú no lo eres. No le
puedes enseñar a decir siempre la verdad si tú dices mentiras. Tu
ejemplo influye en él mucho más que tus palabras.
Tengan
ideas claras y explíquenlas a su hijo
Los
padres deben crear en la familia un clima de honestidad, de
sinceridad y de verdad. Es el único en el que puede desarrollarse
una verdadera familia.Todo lo contrario que la mentira, el secretismo
y la ocultación de la verdad.
No
hay verdadera familia donde no reina la verdad. Toda mentira implica
una pérdida de confianza. Es muy fácil perder confianza y muy
difícil recuperarla una vez perdida.
El
hogar es la escuela, por antonomasia, de las virtudes, creencias y
valores. La sinceridad es un valor fundamental de toda persona. Es el
trato amoroso de los padres entre sí y con los hijos el terreno
abonado para la siembra de todo tipo de valores. Los valores, tanto
humanos como espirituales, nacen, crecen y fructifican en el hogar
cuando sus miembros están felices y contentos de ser como son,
orgullosos de pertenecer a esa familia, seguros y protegidos unos con
otros.
Esto
hay que explicárselo a los hijos y decirles que se espera siempre de
ellos que digan la verdad y que éste es un valor que debe presidir
su vida.
Toda
mentira es como una bola de nieve rodando por la montaña y
haciéndose cada vez mayor. Para ocultar una mentira hay que seguir
mintiendo, una y otra vez, hasta que el disparate es tan grande que
explota.
Decir
la verdad debe ser un distintivo de una familia sana, en esta
sociedad tan proclive a la mentira, a las medias verdades, a la
ocultación de la verdad y a la difamación; incluso los líderes
mundiales ocultan la verdad a millones de personas que viven en sus
países.
¿Maletero
o motor?
Las
virtudes, creencias y valores no son un peso muerto, como la mochila
que lleva el niño a la espalda camino del colegio; al contrario, son
como las alas del pájaro que le lanzan a volar.
Si
lo prefieres, las virtudes, creencias y valores no son paquetes en el
maletero del coche, sino el motor fuerte que le pone en marcha y le
hace recorrer el camino. El maletero es un espacio para llevar
bultos, el motor es el corazón del coche.
¡Por
algo decimos que esos sentimientos tan íntimos y personales, los
llevamos en el corazón! ¡Son nuestro motor!
Premien
la sinceridad de su hijo
Si,
ante una situación comprometida para él, su hijo responde con la
verdad, alabe su decisión y prémiele con un gesto cariñoso;
dígale lo orgulloso que se siente de él. Si el niño optó por lo
contrario, hágale comprender, con tristeza, que está decepcionado,
pero no le abochorne.
En
ambos casos, el niño aprenderá la lección. Dígale que el que dice
la verdad se gana el respeto de los demás y que esto es muy
importante.
Utilicen
todos los medios a su alcance
Con
harta frecuencia la prensa escrita y los informativos de la
televisión informan de sucesos en los que aparece la mentira, el
engaño o la deshonestidad del mundo real.
Los
padres deben utilizar estas noticias, en los momentos de reunión
familiar, para mostrar su opinión y pedir la suya a los hijos; es
una buena ocasión para preguntarles qué harían ellos en una
situación semejante y para mostrarles que la falta de honestidad
conduce a la pérdida de la reputación o buena fama y, a veces, a la
cárcel.
Lo
mismo cabe decir cuando veamos, en familia, programas de televisión.
Enseñarles a señalar las acciones fraudulentas y a criticar las
conductas de sus personajes. Aprender a criticar lo que vemos o
leemos, además de ser un ejercicio de libertad, puede ser muy
útil.
Acomódense
a la edad de su hijo
Nunca
le mienta, pero tenga en cuenta su edad y dígale sólo la
verdad que pueda comprender.
El
nivel de explicación de los padres y de responsabilidad de los hijos
debe aumentar a medida que éstas vayan creciendo.
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