109.- El niño ha cumplido siete años
110.- Cómo enseñar a decir la verdad
111.- La educación familiar
112.- Abuso sexual a niños/as
113.- El problema de la Educación en España
114.- Cocina especial para "padres responsables"
El niño ha cumplido siete años.
Lo que todos
queremos es que los niños se conviertan en adultos capaces de llevar una vida
feliz y digna. No podemos protegerlos ni cuidar de ellos siempre, ni evitarles
los conflictos.
Lo único que
podemos hacer es ayudarles a que desarrollen los recursos necesarios para
enfrentarse a la vida en buenas condiciones.De la misma manera que todos los padres desean dejar a sus hijos un “capital económico”, porque saben que eso les hará más fácil la vida, deben también querer dejarles un “capital educativo”, un capital que no consiste sólo en que tengan una carrera, sino en que posean un conjunto de recursos personales que les permita enfrentarse bien a cualquier situación.
Esos recursos
–la seguridad básica, la resistencia, las capacidades intelectuales, el
lenguaje, la tenacidad, el valor, la sociabilidad, etc - son hábitos
aprendidos, que les permitirán desarrollar las competencias básicas para una
vida armónica:
• Apreciar qué
cosas son realmente valiosas y disfrutar de ellas.
• Elegir las
metas adecuadas al presente y al medio plazo, metas reales y no fantásticas.
• Aprender a
enfrentarse con los pequeños problemas y tratar de resolverlos.
• Rodearse de
una red de vínculos sociales (familiares, amigos) que sean agradables
y estimulantes.
• Conseguir una
autonomía responsable, adecuada a su edad.
Como es de
suponer, ambos padres tienen mucho que decir y hacer para ayudar a su hijo en
la consecución de dichas competencias.
La gran tarea del niño
Ya está en la Escuela Primaria.
Este es un año de consolidación y despegue. Su gran tarea es progresar en la
lectura, la escritura y las primeras nociones aritméticas.
Además, está interesado
por muchas cosas, y los padres harán muy bien en aprovechar esa curiosidad para
fortalecer su motivación de aprender.
Comienza a
razonar, y disfruta con ello. Mejora la inteligencia del niño e influye en el
éxito escolar.
Comienza a
valorar su intimidad, y eso hace que a veces le cueste trabajo hablar de sus
cosas. La atención y la perseverancia deben fomentarse mediante las actividades
guiadas y compartidas.
El
comportamiento del niño de siete años es mucho más controlado. La impulsividad propia
de los seis años ya no se aprecia apenas, el niño sabe además qué se espera de él,
cuales son las conductas propias de cada situación – entre otras cosas, porque
ha aprendido a convivir en el entorno más formal que es la Escuela Primaria.
En su grupo de
iguales el niño tiene más autonomía, decide cuales son las normas (dentro de
unos límites). Pero lo curioso es que casi todas sus energías, cuando juega en
grupo, las dirige a establecer unas normas de juego.
Una novedad es
que empieza a recordar cómo era antes, cuando “era pequeño”. Esto tiene
importancia, porque significa que se ha ido formando una memoria de sí mismo, que
es consciente de su crecimiento, y de que las personas cambiamos con el tiempo.
Se enfrenta a
cualquier tarea con la motivación de dominarla, su gran impulso es aumentar sus
capacidades. Recordemos que está creciendo físicamente, que tiene más fuerza y
un mejor control de su movimiento.
Es muy
cooperador y obediente. En la escuela se esfuerzan por hacer bien sus
tareas y en
casa está dispuesto a ayudar. Quiere hacer cosas de “niño mayor”, necesita
sentirse capaz.
Disfruta mucho
de la compañía de sus padres, quiere compartir con ellos todas las actividades
posibles. También establece relaciones de apego con sus hermanos y demás
familiares y personas cercanas a la familia.
Se divierte
mucho en actividades extraescolares o de ocio, con sus padres, sus compañeros de clase o amigos.
Mejoran en su
comprensión de un lenguaje más formal y elaborado, como el de la literatura, con
metáforas y construcciones gramaticales complejas. Aunque el niño de siete años
está en las etapas iniciales de su capacidad lectora, ya empieza a comprender
que la lengua escrita es un instrumento de gran valor cultural que debe dominar
para poder aprender.
Aparecen los
juegos de reglas, los niños aprenden a cooperar entre ellos para lograr una meta,
o a competir bajo unas reglas cuando forman dos equipos. Estos juegos son un importante
campo de experimentación para el desarrollo moral de los niños. Las normas que
inventan en sus juegos son parte de una autonomía moral que necesitan
desarrollar.
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