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miércoles, 22 de abril de 2020

166.- LA PAZ EN LA BIBLIA


1.- EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
El AT emplea la palabra “shalom”. El saludo hebreo shalom y el árabe salam significan “paz” o “la paz esté contigo o con vosotros”. Se emplea en muy diversos sentidos:
Bienestar: La paz bíblica no es sólo el “pacto” que permite una vida tranquila, ni el “tiempo de paz” por oposición al tiempo de guerra, sino que designa el binestar de la existencia cotidiana, el estado del hombre que vive en armonía con la naturaleza, consigo mismo (1) y con Dios.
Felicidad:Tener buena salud” y “estar en paz” son dos expresiones paralelas; para preguntar si uno se encuentra bien, se dice: “¿Está en paz?”
José pregunto a sus hermanos: “Vuestro anciano padre, ¿está bien? ¿Vive todavía” (Gen 43, 27)
Yavé dijo a Abraham“tú irás a reunirte en paz con tus padres” (Gen15,15) y murió en una senectud buena, anciano y lleno de días” (Gen 25,8)
Seguridad, no temer a los enemigos, “ninguno de sus enemigos pudo resistirles” (Josué 21,44). En tiempos de paz se ejercerá la justicia, “de sus espadas harán azadas y de sus lanzas hoces” (Miq 4,3)
Concordia en la vida fraterna: mi familir, mi amigo, es “el hombre de mi paz” (Salmo 41,10)
Confianza mutua, confirmada con una alianza o un pacto de buena vecindad. A tí y a tu pueblo paz, hijo de Isaí. Paz, paz a tí y a cuantos te ayudan, pues te ayuda tu Dios” (1 Par 12,17)
El “deseo de paz” abarca todos los bienes materiales y espirituales. Díjole Yavé: La paz sea contigo” (Jue 6,23); “El anciano le dijo: Sea contigo la paz, yo te proveeré de cuanto te sea necesario” (Jue 19,20)“Tuve envidia de los insensatos, viendo la paz (prosperidad) de los impíos” (Sal 73,3)
Los justos”prorrumpirán en acción de gracias: Paz, paz al que está lejos y al que está cerca” (Is 57,19); “los humildes poseerán la tierra y gozarán de una paz insondable” (Sal 37,11);“hay porvenir para el hombre pacífcio” Salmo 37,37).
Por el contrario, no hay paz (tranquilidad) para los impíos, dice Yavé” (Is 57 21), “la posteridad de los malvados será extirpada” (Sal 37,38).
La paz no es sólo ausencia de guerra, es plenitud de dicha.
La paz es, ante todo, UN DON DE DIOS. Si al principio la paz era concebida como felicidad terrenal, pronto aparece como un bien espiritual.
Gedeón construye un altar a “Yavé Salom” (Jue 6,24), “el que da la paz” (Is 45,7); Ensalzado sea Yavé, que se complace en la paz de su siervo” (Sal 35,28);”en paz me duermo...porque Tú sólo, ¡oh Yavé!, me haces reposar confiadamente” (Sal 4,9). “Vivan en paz los que te aman” (Sal 122,6)
El profeta Isaías anuncia que “el príncipe de la paz… dará una paz ilimitada” (Is 9,5-6) y pagará el precio de la paz con su sacrificio.
Finalmente, el libro de la Sabiduría habla de la paz como retribución última: “Las almas de los justos están en las manos de Dios...a los ojos de los insensatos parecen muertos… pero están en paz” (Sab 3,1ss), es decir, en la plenitud de los bienes espirituales, en la bienaventuranza.

2.- EN EL NUEVO TESTAMENTO
La esperanza de los profetas se hará realidad en Jesucristo, “el príncipe de la paz”.
En su nacimiento, un coro de ángeles canta: ”Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” (Lc 2,14)
En la antrada triunfal de Jesús en Jerusalén, poco antes de su pasión, la muchedumre canta: “Bendito el que viene en nombre del Señor, paz en el cielo y gloria en las alturas” (Lc 19,38).
Jesús, durante los años de su vida pública, predicó la paz: Bienaventurados los pacíficos porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9)
Jesús dio la paz a la hemorroísa. “Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz” (Lc 8,48) I a la pecadora arrepentida: Tu fe te ha salvado, vete en paz” (Lc 7,50).
Jesús envió a los apóstoles y discípulos a predicar el reino de Dios y les hizo esta recomendación: “Al entrar en las casas, saludad. Si la casa fuere digna, vendrá sobre ella vuestra paz” (Mt 10,12-13). En cualquier casa que entréis, decid primero: La paz sea con esta casa” (Lc 10,5)
Pero, Jerusalén no acogió el mensaje de paz y Jesús lloró ante la ciudad (Lc 19,41)
Saludos de paz
El apostol Pablo saluda a los romanos:“la gracia y la paz sea con vosotros de parte de Dios” (Rom 1,7) y a los filipenses: “La paz de Dios guarde vuestros corazones y vuestros pensamientos” (Flp 4,7).
Lo mismo hace el apóstol Pedro: “La gracia y la paz os sean multiplicadas” (1 Pe 1,2) y el apóstol Judas Tadeo: La misericordia, la paz y la caridad abunden más y más entre vosotros” (Jds 1,2)

¿Cómo es la paz de Cristo?
Jesús da una paz diferente a la ofrecida por el mundo, “la paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como la da el mundo” (Jn 14,27)
El mundo del mal se hace visible en las personas que alzan su voluntad rebelde contra Dios; es un mundo de tinieblas (Ef 6,12); un mundo mentiroso que reduce al ser humano a servidumbre (Gal 4,3) mirad que nadie os engañe con vanas falacias fundadas.. en los elementos del mundo” (Col 2, 8)
En el mundo del mal están los asesinos, los señores de la guerra, los tiranos, los traficantes de personas o de droga, los esclavistas, los corruptos, los pederastas, los ladrones con o sin guante blanco, los usureros, los que engañan con falsas promesas, etc.
El espíritu del mundo del mal se opone al Espíritu de Dios, “todo espíritu que no confiese a Jesús, ése no es de Dios” (1 Jn 4,3).
El mundo del mal no puede dar al ser humano ningún valor seguro porque cuanto le rodea es pura apariencia que sóĺo puede dar una felicidad transitoria
La paz que da este mundo del mal, hecha de prosperidad material, de seguridad engañosa y de tristeza mortal, acumulado todo ello desde sus orígenes, es la antítesis de la verdadera paz que sólo Cristo puede dar.
Lo trágico de nuestro destino es que, por nacimiento, pertenecemos a este mundo lleno de egoísmo, odio e incredulidad. Todos, de una u otra forma, en un grado mayor o menor estamos involucrados en este mundo. Nadie está libre de pecado.
Dios, como Padre, ama a todos sus hijos y detesta todas las maldades que cometen; como prueba de ese amor, envía a su Hijo Unigénito al mundo para que busque a los descarriados y les ofrazca la posibilidad de volver a la casa paterna, donde serán tratados no como malvados sino como hijos adoptivos del Padre.
La única condición es que se arrepientan de corazón de todas su maldades. Dios ofrece, no impone. El ser humano es libre para aceptar o rechazar.
Para los que aceptan, existe otro mundo:
El mundo renovado por Cristo. Tanto amó Dios al mundo que le dió a su Hijo único” (Jn 3,16). Cristo ofrece la paz al mundo convulso por la maldad que le corroe.
El mundo renovado se manifiesta en todos los que, arrepentidos de sus maldades, siguen la luz que el Hijo único de Dios ha traído al mundo.
Jesús “es la luz verdadera que, viniendo a este mundo, ilumina a todo hombre...pero el mundo no le conoció y los suyos no le recibieron. Mas a cuantos le recibieron les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios” (Jn 1,9-12)
Jesús no es de este mundo” (Jn 8,23), tampoco “su reino es de este mundo” (Jn 18,36).
El mundo del mal odia a Jesús, “si el mundo os aborrece, sabed que me aborreció a mí antes que a vosotros” (Jn 15,18), a pesar de que he venido para darle la vida (Jn 6,33) y la salvación (Jn 12,47).
El odio del mundo del mal hacia Jesús provocó su condenación a muerte, los príncipes de los sacerdores y sus servidores gritaron, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!” (Jn 19,6) y Jesús, en un acto de amor supremo, se entregó a la voluntad del Padre. “Jesús oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mi este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc 22,42).
Y Jesús fue crucificado, entregó su vida para dar vida al mundo (Jn 6,51), muriendo “quitó el pecado del mundo” (Jn 1,29).
Jesucristo, ciertamente, es el príncipe de la paz. En la Sagrada Escritura, hay un texto que, tomado literamente, produce escalofríos, dice: “¿Pensáis que he venido a traer la paz a la tierra? Os digo que no, sino la disensión. Porque en adelante… se dividirán el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra” (Lc 12,52-53)
Para entenderlo hay que entender que los personajes en disensión pertenecen a mundos distintos, unos al mundo del mal y otros al mundo renovado por Cristo que vino al mundo a buscar a los pecadores y ofrecerles la salvación que ganó con su muerte en la cruz.
Los cristianos no somos del mundo del mal (Jn 15,19; 17,17), pero estamos en él, (11,11); justificados por la fe en Jesucristo, estamos en paz con Dios” (Rom 5.1), que es “Dios de amor y de paz” ( 2Cor 13,11) y debemos dar testimonio y trabajar para que el amor y la paz se extiendan por el mundo. “El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Por tanto, trabajemos por la paz” (Rom 14,17.19

(1) Este aspecto de la paz lo trataré en el próximo trabajo: LA PAZ COMO VALOR PERSONAL.








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