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martes, 21 de abril de 2020

165.- LA PAZ COMO VALOR RELIGIOSO




ÍNDICE
Introducción
LA PAZ COMO VALOR RELIGIOSO
1.- ¿Son violentas las religiones por su propia naturaleza?
2.- Tolerancia frene a fanatismo
3.- Necesidad de reflexión
4.- Necesidad de diálogo


LA PAZ COMO VALOR RELIGIOSO
1.- ¿Son violentas las religiones por su propia naturaleza?
La historia enseña que las religiones, en muchos lugares y tiempos, han sido represivas del hombre y de los pueblos; que, en nombre de Dios, se han promovido numerosas guerras, persecuciones y atentados; se han cometido crímenes horrendos y actos violentos que han acabado con la vida de millones de seres humanos.
No dede extrañar que una parte no creyente de la sociedad opine que toda religión genera fanatismo e intolerancia. Esto mismo sucede con toda clase de creencias, sean religiosas, políticas o económicas.
Por otra parte, las religiones han sido y son un factor esencial para dar respuesta a preguntas esenciales: el sentido de la vida, el problema del mal, del dolor, la enfermedad, la muerte, el más alla etc.
Las religiones monoteístas condenan de forma explícita los crímenes del pasado y del presente; por tanto, hay que buscar la causa de esta violencia no en las religiones sino en el fanatismo de los grupos extremistas nacidos en las religiones.
El fanatismo es una desviación puntual de la auténtica religión; de hecho, los más perseguidos y perjudicados por el fanatismo religioso pertenecen a su misma religión. El fanatismo musulmán ha creado un gran conmoción en el mundo; buscando su propio beneficio, y lo cierto es que han matado a muchos más musulmanes que a gente de otros credos.

2.- TOLERANCIA FRENTE A FANATISMO
La tolerancia es una actitud, basada en la libertad e igualdad de todos los seres humanos, para conseguir una convivencia pacífica y salvaguardar ls derechos humanos.
La actitud de tolerancia está en el comienzo de la civilización occidental y la libertad de conciencia es uno de sus pilares fundamentales. La libertad de conciencia lleva a la libertad de pensamiento y de opinión. Viene muy bien reflexionar sobre la célebre frase: “odio lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
Las diferencias personales en la concepción religiosa no pueden ser motivo de violencia, como han sido, a lo largo de los siglos, dando lugar a las persecuciones religiosas y las guerras de religión. ¡Es una enorme aberración perseguir y matar a seres humanos en nombre de Dios!
Las religiones han demostrado un gran potencial destructivo; pero también disponen de un inmenso poder constructivo, que deben aprovechar.
El mundo está globalizado y, por tanto, si son globales los problemas también deben ser globales las soluciones.
Las religiones tienen la enorme responsabilidad de unirse, de cara al futuro, en la defensa de la dignidad de la persona y ofrecer actitudes y horizontes que den sentido al vacío de la sociedad. Lo importante no es preguntarse si el que sufre tortura, maltrato o marginación es budista, cristiano, judío o hindú, nacional o extranjero, sino si es ser humano y se le ayuda y se es solidario con él. Sólo las unión y actuación conjunta de las religiones dará veracidad a sus palabras.
La Iglesia católica y las iglesias cristianas en su conjunto, aceptan la separación entre la Iglesia y el Estado y que la convivencia se base en un sistema de leyes humanas aprobadas de forma democrática.
Es un buen camino para contener los excesos que la interpretación fundamentalista produce en los países teocráticos cuyas leyes se basan en la ley religiosa, como en los países islámicos con la sharía.
El fanatismo fundamentalista es una actitud que pretende imponer por la fuerza su propia verdad: se creen poseedores de la verdad absoluta y postulan la aplicación literal de la doctrina contenida en los libros sagrados, tanto en la vida pública como en la privada, no admitiendo interpretaciones contextuales, actualizaciones o perspectivas modernas.
El fanatismo fundamentalista olvida que la religión para ser verdadera debe comprometerse a respetar y defender los derechos de todas las personas y no sólo los de las afines a su actitud.
El fanático actúa por un impulso ciego e irracional que le impulsa a ser intolerante con todo el que no camparte su opinión o creencia. El fanatismo empuja a cometer el delito sin remordimiento.
En concreto, el fanático islámico parte de tres supuestos:
1 El Islam fue glorioso en tiempos pasados gracias a la observancia estricta de la sharia.
2 Occidente, paradigma de perversión y de corrupción moral, arruinó aquel esplendor del pasado.
3 La caída de Occidente permitirá que el Islam lo recupere.
La consecuencia más grave ha sido la guerra santa (la yihad), es decir, la cruzada histórica del islam por extenderse en todo el mundo y, desde su óptica, recuperar la parte del mundo que Occidente ha corrompido.

3.- NECESIDAD DE REFLEXIÓN
La verdad no es propiedad exclusiva de ninguna religión sino que todas la poseen, en uno u otro grado.
Los creyentes de las diverssas religiones (y también los no creyentes) estamos llamados a una profunda reflexión sobre la violencia que nos rodea.
Toda religión necesita hacer autocrítica porque ninguna está libre de culpa.
Toda religión necesita entonar el “mea culpa y pedir perdón” por sus hechos violentos del pasado.
Toda religión necesita dar carta de ciudadanía a los derechos y valores humanos: dignidad del ser humano, libertad de fe, de conciencia y de religión, igualdad del hombre y de la mujer en derechos y obligaciones, etc.
Toda religión necesita ser pensada, estudiada y conocida para ser asumida; de lo contrario será una religión más o menos practicada, pero, sin el convencimiento adquirido por la reflexión.
De la ayuda de Dios, solicitada en la oración, y de la reflexión saldrá la luz para conocer el devenir histórico de cada religión y cómo ha evolucionado pasando de la violencia a la tolerancia, mientras algunos de sus miembros siguen anclados en los modelos históricos violentos de los primeros tiempos. Quien pueda entender, que entienda.

4.- NECESIDAD DE DIÁLOGO INTERRELIGIOSO
Los representantes más cualificados de las diversas religiones deben sentarse a dialogar para que todos se conozcan mejor, para que cada uno manifieste sus reflexiones y escuche las de los demás y para que todos puedan abandonar los mutuos recelos, las descalificaciones, el miedo, la desconfianza y el odio al que piensa de modo diferente.
Ninguna religión puede arrogarse ser poseedora de la verdad absoluta y tener derecho a juzgar a las demás. Todo diálogo serio debe buscar los puntos de coincidencia y no resaltar las diferencias.
El gran obstáculo para el diálogo interreligioso es, el fundamentalismo que eleva su religión a la categoría de verdad absoluta y, en consecuencia, pretende aplicar literalmente el contenido de los libros sagrados e imponerlo a todos los demás.
El cristianismo, como religión hegemónica en el mundo, debe tomar la iniciativa y buscar el encuentro con las demás religiones como base para el encuentro político. La paz religiosa debe servir de base a la paz política, a la paz mundial. Posiblemente, éste sea el camino adecuado.

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