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miércoles, 15 de mayo de 2019

158.-LA FE CRISTIANA (VR II)


INDICE
1.- ¿Qué es la fe?
2.- La fe es un dn de dios y un acto humano
2.1.- La fe es un don de Dios
2.2.- La fe es también un acto humano
2.3.-La fe se nutre del conocimiento del designio de Dios
3.- El fundamento de la fe
4.- La coherencia entre la fe y la vida
5.-Los cristianos deben ser testigos de la fe
1.- ¿Qué es la fe? “La fe es la firme seguridad de lo que se espera, la prueba de las cosas que no se ven”. (1)
La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha revelado, y que la Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma” (2)
2.- LA FE ES UN DON DE DIOS Y UN ACTO HUMANO
2.1.- La fe es un don de Dios, una virtud infundida por Él.
Jesús preguntó: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?...“Pedro dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le dijo: Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás, porque no es la carne ni la sangre quien esto te ha revelado, sino mi Padre, que está en los cielos” (3)
Pedro dio esta respuesta de fe en Jesús por haber recibido la luz del Padre. Los creyentes en Jesús llegan a Dios por el don de la fe recibida el día del bautismo.
Los no creyentes sólo pueden llegar a Dios por la luz de la razón, la cual está “como en tinieblas” a causa de la maldad humana.
2.2.- La fe es también un acto humano que no es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia. No es contrario a la dignidad humana creer lo que otras personas nos dicen, tampoco lo es someter nuestra inteligencia y nuestra voluntad a lo que Dios nos ha revelado.
El acto de fe es un acto libre y, por tanto, “nadie puede ser forzado a abrazar la fe contra su voluntad” (4)
El acto de fe es voluntario por su propia naturaleza, ya que el hombre para adherirse a Dios que se revela a sí mismo, debe rendir a Dios el obsequio racional y libre de la fe. “Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y en verdad, en virtud de lo cual éstos quedan obligados en conciencia, pero no coaccionados, porque Dios tiene en cuenta la dignidad de la persona humana”(5)
El bautizado, al recibir el don de la fe, se abre a Dios y a su reino, “en verdad os digo: quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (6)
2.3.- La fe se nutre del conocimiento del designio de Dios.
La fe implica un conocimiento basado en pruebas. “Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder y su divinidad(7)
Descubrir el designio de Dios en los diversos libros de la Sagrada Escritura da veracidad a la fe cristiana que percibe, no solo la existencia de Dios, sino también las huellas de sus pasos a través de los tiempos. Así lo hicieron los cristianos del primer siglo, que “diariamente examinaban las Escrituras para ver si las cosas eran así” (8)
La fe trata de comprender lo que ha sido revelado porque es inherente a la fe que el creyente desee conocer cada día más y mejor a Aquél en quien cree; el conocimiento más profundo suscita mayor fe y mayor adhesión del creyente a Aquél en quien cree. 
La fe se acrecienta con la oración frecuente: Creo, Señor, pero "aumenta mi fe" (Lc 17,5)
La adhesión a la persona de Jesús, Dios y hombre, es el núcleo de la fe cristiana, en la cual no es lo principal el conjunto de dogmas y doctrinas que deben conocer ls fieles cristianos; hay muchos perfectos conocedores de esta doctrina y admiradores de Jesús que no tienen fe; y es que la fe es, ante todo, la adhesión a la persona de Jesús.
3.- El fundamento de la fe
El fundamento de la fe no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de la razón natural.  Siempre podrán surgir las dudas sobre la fe.
El fundamento de la fe es la autoridad de Dios que revela y que no puede engañarse ni engañarnos porque “Él es veraz” (Rom 3,4). Jesucristo es la “luz del mundo” (Jn 8,12), “es la Verdad” (Jn 14,6), en Él se manifestó en plenitud la verdad de Dios.
4.- La coherencia entre la fe y la vida
Un cristiano coherente es aquél que sostiene con sus obras lo que cree y afirma de palabra. No hay diferencia entre lo uno y lo otro. Se descubre en él o en ella una estrecha unidad entre la fe que profesa con sus labios, la fe acogida en su mente y corazón, y su conducta en la vida cotidiana: su fe pasa a la acción, se muestra y evidencia por sus actos. Así los principios tomados del Evangelio orientan su conducta y su pensamiento cristiano, su piedad y afectos, y se reflejan en la acción práctica.
¿Qué le aprovecha, hermanos, a uno decir: Yo tengo fe, si no tiene obras? ¿Podrá salvarle la fe? Si el hermano o la hermana están desnudos o carecen de alimento cotidiano y alguno de vosotros les dijere: “Id en paz, que podáis calentaros y hartaros”, pero no les diereis con qué satisfacer la necesidad de su cuerpo, ¿qué provecho les vendría? Así también la fe, si no tiene obras, es de suyo muerta. ( Sant 2,14-17).
Sin coherencia el hombre se convierte en un fariseo e hipócrita. La coherencia hace creíble a la persona y la reviste de dignidad y respeto. Existen, por desgracia, cristianos “fingidos”, que convierten su pertenencia a la Iglesia en algo que no les compromete, un motivo de prestigio en vez de una experiencia de servicio hacia los más pobres. La religión cristiana no es una “religión de palabrería”, hecha de hipocresía y de vanidad.
5.- Los cristianos deben ser testigos de la fe
Este es el testimonio del apóstol San Juan: “Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, lo testimoniamos y os lo anunciamos para que estéis en comunión con nosotros y para que vuestra alegría sea completa” (1Jn 1,11-4).
La sociedad contemporánea está ahíta de palabras y necesitada de testigos que, con sus obras, sean ejemplo de vidas llenas de coherencia y sentido. Ya lo decía el antiguo aforismo: "Las palabras mueven, el ejemplo arrastra". Los maestros enseñan y pueden mover a actuar de una forma u otra, pero, es el ejemplo el que realmente arrastra al convencimiento y la imitación.
La fe cristiana se expresa en el don de sí mismo a los demás, en la acogida fraterna y solidaria
La fe cristiana no pertenece solo a los cristianos. Hay una humanidad que está a la espera de que se manifiesten los testigos de Jesús. La profunda crisis de fe de esta sociedad necesita con urgencia el testimonio gozoso de la fe, el amor y la alegría de la esperanza.

(1) Heb 11,1)
(2) Catecismo de la Iglesia católica nº 1814.
(3) Mt 16,13.16-17.
(4) C. Vaticano II. Declaración sobre la libertad religiosa, nº 10
(5) Ibidem, nº 11
(6) Mc 10,15.
(7) Rom 1, 20
(8) Hch 17,11

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