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martes, 27 de noviembre de 2018

144.-CREENCIAS Y VALORES



¿Qué son las creencias?
Las creencias son convicciones que consideramos verdaderas, con existencia de pruebas o sin ellas. Suelen estar relacionadas con la religión, aunque no siempre. Todas las religiones tienen sus propias creencias.

Las creencias suelen derivar en valores. Por ejemplo: Si creo que Dios existe, esa creencia derivará en múltiples valores religiosos: culto, alabanza, oración etc. Otro ejemplo: Si creo que todas las personas tienen los mismos derechos y obligaciones, esa creencia derivará en el valor de igualdad de trato sin diferencia por el sexo, la raza, la religión, la edad, el poder económico, etc.

¿Qué son los valores?(1)
Los valores son conceptos con los que emitimos juicios sobre la realidad que nos circunda.
El ser humano tiene la “capacidad de emitir juicios sobre la bondad o maldad de las personas, de las cosas y de las realidades de su entorno”. Los valores, en sí mismos, no son buenos o malos. La bondad o maldad está en la realidad, el ser humano descubre esa realidad y le da una valoración, positiva o negativa. Las valoraciones son múltiples porque las cosas y las situaciones también son múltiples.
Un mismo valor puede conducir a dos individuos a situaciones completamente diferentes. El valor “poder” llevará a uno servir, a buscar el bien común y a otro a buscar oportunidades de enriquecimiento económico personal.

Antivalores
Así como hay una escala de valores, la hay también de antivalores. La persona que se rige por los antivalores es una persona sin escrúpulos, fría y calculadora, merecedora del desprecio, la desconfianza y el rechazo de los demás.

Nacimiento y desarrollo de las creencias y los valores
Vivimos en sociedad, en ella nos movemos, vemos, escuchamos, estudiamos, juzgamos y pensamos. Así desarrollamos una opinión, que al considerarla verdadera y preferible, la denominamos creencia o convicción.
De nuestras creencias se derivan unos valores, válidos para nosotros, aunque pueden no serlo para los que tengan otras opiniones. Los valores provocan en el individuo la actitud de comportamiento de acuerdo con los mismos.
Este es el proceso: Juicio, opinión, creencia o convicción, valor, actitud de comportamiento y acción.
Las creencias y los valores pueden fortalecerse o tambalearse, a lo largo del tiempo, por nuevas evidencias, nuevas experiencias o nuevos estudios.

La jerarquización de los valores
La multiplicidad de valoraciones obliga al individuo a hacer una jerarquización, un orden, una escala de valores que será la guía de su conducta. El hecho de “hacer una escala” indica que, siendo todos valores, unos son más atractivos que otros. Por ejemplo, “el poder”, debe servir al bien común de las personas y no al propio enriquecimiento; en la realidad, unos se inclinan por el bien común y otros por el enriquecimiento personal.
Hay valores cuyo destino es ser sacrificados en beneficio de otros más altos; por ejemplo. El dinero debe servir a la persona, no la persona al dinero. 
Tanto la valoración de una realidad concreta como la formación de la escala personal de valores están siempre en función de las circunstancias del sujeto. Un billete de veinte euros es más valorado por un mendigo que por un millonario porque son distintas las necesidades de uno y otro.
En la valoración de las cosas intervienen no solo la razón y el sentimiento sino todo el ser porque todo él está afectado por su propia guía de conducta.
La jerarquización de los valores indica la talla moral de cada individuo. La educación de los hijos dependerá de la “escala moral” que hayan interiorizado en la convivencia con sus padres y educadores.
Los valores más importantes para cada persona son los que le dan su identidad y personalidad.
Los valores humanos y los religiosos guardan su propia jerarquía. Para los creyentes, Dios es el valor supremo por razón de su propia entidad; pero, por razón exclusivamente temporal, los valores humanos anteceden a los religiosos, es decir, antes somos personas y después creyentes. Esto implica que para ser un "buen" creyente, antes se debe ser una buena persona. Los valores están reñidos con la simple apariencia.

La escala de valores
La escala de valores se empieza a formar desde la infancia por imitación de la conducta de los padres y educadores, y se va haciendo más y más consciente, propia y personal a medida que avanza la adolescencia.
La escala de valores, una vez interiorizada, refleja la personalidad de cada individuo y expresa los valores morales, culturales, afectivos y sociales adquiridos por el educando y que se han convertido en guías de su conducta coherente.
La escala de valores es la luz que ilumina nuestros tiempos obscuros y nuestros dilemas. Constituye la guía para tomar las decisiones más importantes y encontrar soluciones a los problemas cotidianos.
La escala de valores ordena, mediante su jerarquización, las metas a conseguir, da sentido y coherencia a las acciones diarias y crea el ambiente propicio para que el individuo se relacione con los demás, aportándole el sentido de pertenencia a la comunidad, sea ésta familiar, grupal, política o religiosa. Hablar de valores es hablar de nuestra vida, de lo que somos o queremos ser, como individuos, como miembros de una familia o de una sociedad.
Los valores no son simples formas de pensamiento, etéreas e inmateriales, son mucho más, porque la forma de pensar se constituye en valor cuando se concreta en la forma de actuar, en formas de vivir.
Cada persona elige la suya y se hace responsible de la misma al escoger los valores que la identifican.
La escala de valores define el objetivo de nuestra vida, nos ayuda a comprender quiénes somos, aceptarnos como somos y a comprender y estimar a los demás, facilitando las buenas relaciones con nuestro entorno. La escala de valores ayuda a y encontrar el camino a seguir.

La carencia de una escala de valores propia abandona en el vacío al individuo y, cual veleta, propicio a merced de vientos y criterios ajenos.
No todos compartimos la misma escala de valores, cada ser humano se forma la suya según los avatares de su vida. La coincidencia entre dos escalas de valores hace que se identifiquen sus propietarios. La no coincidencia supone que hay diferencias y menor identificación, lo que no debe ser impedimento para la mutua comprensión en un marco de tolerancia y de respeto.

(1) He encuadrado los valores en cuatro grupos: personales (VP), familiares (VF), cívicos (VC) y religiosos (VR). Por razón de brevedad usaré estas abreviaturas en los siguientes trabajos sobre valores. Haré una reflexión sobre algunos valores de cada grupo.  Esto no significa que los valores escogidos sean los únicos de ese grupo, ni que pertenezcan solamente a dicho grupo, pues, casi todos, podrían estar en otro distinto. 





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