A
los padres el tiempo se nos pasa en in santiamén. Con tantos años a
mis espaldas, recuerdo, como si fuera ayer, la niñez e infancia de
mis hijos, sus juegos y su alegría al recibirme cuando llegaba a
casa tras mi jornada de trabajo. Mis hijos se hicieron mayores,
emprendieron su camino en la vida, se casaron y me han dado unos
nietos adorables.
Tal
vez, a ti,
amable bloguero/a, te suceda algo parecido. Tal vez, estés viviendo
la etapa en que tus hijos dejan de ser niños y empiezan a abrirse a
la vida.
Tal vez, te suceda lo mismo que a mí: Ya tus hijos
prefieren pasar más tiempo con sus amigos y menos contigo, los fines
de semana no quieren ir a la montaña contigo, ya no te cuentan todas
las cosas, tienen cambios bruscos de humor y tienen dificultad para
aceptar las normas de convivencia. No te asustes, no pasa nada fuera
de lo normal. ¡¡Tus
hijos han llegado a la adolescencia!!
Quiero
bosquejar en este artículo lo que opino que es más importante para
las relaciones de los padres con su hija o hijo adolescente.
Tu
hija/o ha cumplido 13 años.
Tu
hija ha dejado atrás la infancia y la niñez, está en plena
pubertad, primera etapa de la adolescencia, y es lo más natural que
experimente, no sólo los cambios físicos, sino también los
psíquicos y que, unos y otros, la lleven a varios cambios de
conducta. Todo esto es de sobra conocido, por lo que no voy a abundar
en ello.
Lo
que sí creo importante es indicar a los padres de hijas adolescentes
lo que favorecerá la relación con su hija o la perjudicará.
DIEZ
COSAS POSITIVAS QUE FAVORECEN LA RELACIÓN:
1.- Las
muestras de cariño. El adolescente, con frecuencia,
rechaza las muestras de cariño; a pesar de todo, debes dárselas
porque necesita saber que cuenta con tu amor. Todos necesitamos oír
“te quiero”, también tu hija adolescente. Díselo todos
los días, aunque ella no lo haga.
2.- Abre
tu corazón. Tu hija no es una prolongación tuya. Es
una persona distinta, con sus cualidades y defectos, a la que debes
aceptar incondicionalmente. Es importante que ella “perciba” tu
aceptación, pues le será de gran ayuda en esta etapa de su vida en
la que debe fraguar su propia personalidad. Es muy importante que
ella “perciba” que valoras sus esfuerzos para hacer las
cosas bien. “Estoy muy contento contigo” o “lo has
hecho muy bien” son el mejor premio por su buena conducta.
3.- Abre
más tus oídos. Quiero decir que debes escucharle,
interesarte por sus cosas, sus gustos, aficiones e intereses; en una
palabra, olvidarte un poco de ti y centrarte más en ella. Cierra
un poco la boca. No se trata sólo de exigir. Tu hija
ya no es la niñita a la que imponías tu criterio, tu hija
adolescente está empezando a tener su opinión que, respetable o no,
merece ser escuchada y discutida. Debes estar siempre dispuesta a
negociar y a asumir los compromisos. El diálogo sincero y cariñoso
acerca las posturas y termina en acuerdos muy útiles.
4.-Reconoce
tus propios errores. Nadie es perfecto, tampoco tú. Los
errores no son un fracaso sino una equivocación que nos enseña lo
que debemos evitar. El reconocimiento de tus errores da seguridad y
tranquilidad a tu hija ante sus propias equivocaciones; aprende que
no solo ella se equivoca y en el futuro sabrá tomar la decisión
correcta.
5.- Abre
horizontes. Ayúdala a explotar sus talentos. Abrela
a nuevas experiencias en la ciencia, la lectura, el arte o el
deporte. Hay muchos mundos por descubrir y tú debes guiarla. Fomenta
que tu hija aprenda a tomar sus propias decisiones y a cumplir los
compromisos aceptados.
7.-
Sé su ejemplo, pero no exijas que te copie. Tu hija
debe tener siempre una referencia en su forma de comportarse, pero
esa referencia básica deberá adaptarla a su forma de pensar y a su
propia personalidad. Me explico: Tú eres tú y tu hija es tu hija;
personas distintas, con valores comunes.
8.- Comparte
con ella cómo vuestra familia enfoca la vida. Tu
familia tiene unas convicciones, unos valores, unas tradiciones, unas
raíces. Cada familia las tiene diferentes. Explícale bien las
vuestras. Los hijos sólo valorarán y harán suyas estas raíces
familiares si las “maman” de sus progenitores. Será tu mejor
regalo y herencia.
9.-
Sé paciente. La paciencia es una virtud muy útil a
los padres y madres de adolescentes. Que no te traicionen los
nervios, trata de unir amor y paciencia. Tu hija necesita una
autoridad que la guíe, con paciencia y prudencia.
No interpretes todo lo que haga como algo personal, hecho para “fastidiarte”. Nada más lejos de la realidad. Lo que sucede es que en su proceso de maduración entra una cierta dosis de rebeldía, de autoafirmación y, por consiguiente, de cuestionamiento de tu autoridad.
El tiempo te dará la recompensa, la adolescencia terminará y tendrás una hija razonable, afectuosa y preparada para afrontar la ruta de la vida.
No interpretes todo lo que haga como algo personal, hecho para “fastidiarte”. Nada más lejos de la realidad. Lo que sucede es que en su proceso de maduración entra una cierta dosis de rebeldía, de autoafirmación y, por consiguiente, de cuestionamiento de tu autoridad.
El tiempo te dará la recompensa, la adolescencia terminará y tendrás una hija razonable, afectuosa y preparada para afrontar la ruta de la vida.
10.-
Procura que tus normas sean claras y concretas. No vale decir “pórtate
bien”; eso es muy general, desciende a lo concreto, a cómo se hace
tal o cual cosa.
DIEZ
COSAS NEGATIVAS QUE DIFICULTAN LA RELACIÓN:
1.- Seguir
tratándola como a una niña. Reconoce, en tu forma
de proceder, que tu hija ya no es una niña. En esta etapa de la
adolescencia tu hija se está haciendo mujer, no sólo en su ser
físico sino también en el psíquico. Exígela una responsabilidad
adecuada a su edad y madurez, pero empieza tú por no tratarla como a
la niña que fue y ya no es.
2.- No
darle muestras de confianza. Si durante la infancia
habéis tenido complicidad, no hay motivo para que desaparezca por el
solo hecho de que ella haya llegado a la adolescencia. Háblale de
las cosas que le pueden interesar y también de las que a ti te
interesan.
Interésate por sus cosas (amistades, diversiones, aficiones, etc), procura conocerlas para prevenir los posibles peligros: maltrato escolar, alcohol, drogas, relaciones sexuales, captación por sectas, etc. Escúchala, dale voz, sopesa sus razones y argumentos y después…. sólo después, decide.
Interésate por sus cosas (amistades, diversiones, aficiones, etc), procura conocerlas para prevenir los posibles peligros: maltrato escolar, alcohol, drogas, relaciones sexuales, captación por sectas, etc. Escúchala, dale voz, sopesa sus razones y argumentos y después…. sólo después, decide.
3.- Solucionarla
todos sus problemas. Todo adolescente para madurar
necesita cierto grado de responsabilidad. Déjala que busque la
solución de sus dificultades, aunque cometa algún error, también aprenderá de los errores. Limítate a darle el mejor consejo posible.
4.- Ignorar
los comportamientos inconvenientes. Es este
un gran defecto en la educación. ¡Ojalá que no se den en tu caso!
Pero, si observas algún problema serio en su comportamiento, encara
el asunto cuanto antes, no dejes pasar el tiempo porque solo no se va
a resolver. Eso sí, hazlo con delicadeza, confianza y paciencia.
5.-
Decir No y después ceder. Jamás olvides que, en tu
calidad de padre, tienes el
derecho y la obligación de buscar siempre lo mejor para tu hija/o.
No puedes esconder tu obligación bajo la capa de “dejar hacer”.
No eres su amigo, eres su padre, el que toma las decisiones. La autoridad es necesaria y esencial en la educación. Los padres, con harta frecuencia, están obligados a implantar unas normas y, en consecuencia, a decir NO ante algunas pretensiones de su hijo o hija adolescente. Los límites a la libertad individual de los hijos no son para amargarles la vida sino para protegerles y evitar males mayores.
No eres su amigo, eres su padre, el que toma las decisiones. La autoridad es necesaria y esencial en la educación. Los padres, con harta frecuencia, están obligados a implantar unas normas y, en consecuencia, a decir NO ante algunas pretensiones de su hijo o hija adolescente. Los límites a la libertad individual de los hijos no son para amargarles la vida sino para protegerles y evitar males mayores.
Antes
de decir No a tu hijo/hija adolescente, piénsalo muy bien, porque no
hay marcha atrás, sopesa el pro y el contra, si negar algo beneficia
más a tu hija/o que concederlo; pero, una vez tomada la decisión,
mantente en ella, hazla cumplir. Este No es innegociable. La regla de
oro a respetar es la del NO.
Los niños y adolescentes necesitan límites para crecer y madurar como persona.
Los niños y adolescentes necesitan límites para crecer y madurar como persona.
6.-
Ser autoritario. Es el
extremo contrario a la permisividad. Es intentar que el adolescente
haga lo que quiere el padre, anulándole su personalidad, sin diálogo
previo, la obediencia por la obediencia, no para forjar una
personalidad equilibrada y con capacidad de autodominio, sino para
hacer una persona sumisa y sin iniciativas.
El autoritarismo de los padres destruye la personalidad de los hijos, les retrae y no les deja crecer o lo que es peor, los hace rebeldes, desobedientes y tiranos con sus mismos padres.
El autoritarismo de los padres destruye la personalidad de los hijos, les retrae y no les deja crecer o lo que es peor, los hace rebeldes, desobedientes y tiranos con sus mismos padres.
7.-
Querer ser más amigo que padre. Muchos padres se
vanaglorian de ser amigos de sus hijos. Esto es un grave error porque
confunden los roles de padre y amigo. Los padres son padres y deben
ejercer de padres, es decir, buscar siempre lo que consideren mejor
para sus hijos, aunque a veces tengan que decir NO y deben ejercer su
autoridad con amor, confianza, mesura, paciencia y firmeza.
El
grupo de amigos es necesario y ejerce un papel muy importante en el
desarrollo integral del adolescente.
Formar parte de un grupo de amigos beneficia (también puede perjudicar) en muchos aspectos al adolescente; pero, en ningún caso el padre o la madre pueden considerarse uno más dentro del grupo. Están en niveles distintos.
Formar parte de un grupo de amigos beneficia (también puede perjudicar) en muchos aspectos al adolescente; pero, en ningún caso el padre o la madre pueden considerarse uno más dentro del grupo. Están en niveles distintos.
8.-
La falta de coherencia. Los hijos perciben la coherencia
de sus padres, para bien o para mal. Para educar bien, los padres no
pueden aconsejar una cosa a sus hijos y hacer ellos lo contrario.
Tener coherencia es predicar con el ejemplo. Es imprescindible que el
padre y la madre hayan llegado al acuerdo previo, si no quieren caer
en la incoherencia de ir cada uno por diferente camino, en cuyo
caso, ¿qué camino debe tomar el hijo/a? ¿El del padre o el de la
madre?
9.-.
No escuchar. Muchos padres se quejan de que sus hijos
adolescentes no los escuchan. La raíz del problema está en que esos
padres no escuchan a sus hijos, les juzgan, les evalúan,les imponen
lo que tienen que hacer, pero…. No los escuchan. Los adolescentes
tienen mucho que decir y los padres mucho que escuchar.
Cuando
sólo hay monólogo por cualquiera de las partes se produce la
rigidez y la inflexibilidad, el camino más directo a la
incomunicación y a la ruptura de relaciones. ¿Puede haber algo más
doloroso que una ruptura entre un padre y su hijo?
10.-
No cumplir lo prometido. Si lo prometido era favorable al
adolescente, el incumplimiento produce en él desengaño, frustración
y desconfianza para el futuro. Si lo prometido no era favorable, no
cumplirlo hará visible aquello de “perro ladrador, poco mordedor”,
y la autoridad del padre quedará por el suelo.
Conclusión: No prometas nada si no tienes intención de cumplirlo, y procura que tus promesas y amenazas sean realistas, posibles de cumplir.
Por si te interesa abundar en el tema, te dejo este enlace: Pubertad y adolescencia
Conclusión: No prometas nada si no tienes intención de cumplirlo, y procura que tus promesas y amenazas sean realistas, posibles de cumplir.
Por si te interesa abundar en el tema, te dejo este enlace: Pubertad y adolescencia
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