Mi familia

sábado, 22 de abril de 2017

143.- MI HIJO/A ESTÁ A LAS PUERTAS DE LA ADOLESCENCIA


A los padres el tiempo se nos pasa en in santiamén. Con tantos años a mis espaldas, recuerdo, como si fuera ayer, la niñez e infancia de mis hijos, sus juegos y su alegría al recibirme cuando llegaba a casa tras mi jornada de trabajo. Mis hijos se hicieron mayores, emprendieron su camino en la vida, se casaron y me han dado unos nietos adorables.
Tal vez, a ti, amable bloguero/a, te suceda algo parecido. Tal vez, estés viviendo la etapa en que tus hijos dejan de ser niños y empiezan a abrirse a la vida.
Tal vez, te suceda lo mismo que a mí: Ya tus hijos prefieren pasar más tiempo con sus amigos y menos contigo, los fines de semana no quieren ir a la montaña contigo, ya no te cuentan todas las cosas, tienen cambios bruscos de humor y tienen dificultad para aceptar las normas de convivencia. No te asustes, no pasa nada fuera de lo normal. ¡¡Tus hijos han llegado a la adolescencia!!
Quiero bosquejar en este artículo lo que opino que es más importante para las relaciones de los padres con su hija o hijo adolescente.

Tu hija/o ha cumplido 13 años.

Tu hija ha dejado atrás la infancia y la niñez, está en plena pubertad, primera etapa de la adolescencia, y es lo más natural que experimente, no sólo los cambios físicos, sino también los psíquicos y que, unos y otros, la lleven a varios cambios de conducta. Todo esto es de sobra conocido, por lo que no voy a abundar en ello.
Lo que sí creo importante es indicar a los padres de hijas adolescentes lo que favorecerá la relación con su hija o la perjudicará.

DIEZ COSAS POSITIVAS QUE FAVORECEN LA RELACIÓN:

1.- Las muestras de cariño. El adolescente, con frecuencia, rechaza las muestras de cariño; a pesar de todo, debes dárselas porque necesita saber que cuenta con tu amor. Todos necesitamos oír “te quiero”, también tu hija adolescente. Díselo todos los días, aunque ella no lo haga.

2.- Abre tu corazón. Tu hija no es una prolongación tuya. Es una persona distinta, con sus cualidades y defectos, a la que debes aceptar incondicionalmente. Es importante que ella perciba” tu aceptación, pues le será de gran ayuda en esta etapa de su vida en la que debe fraguar su propia personalidad. Es muy importante que ella “perciba” que valoras sus esfuerzos para hacer las cosas bien. “Estoy muy contento contigo” o “lo has hecho muy bien” son el mejor premio por su buena conducta.

3.- Abre más tus oídos. Quiero decir que debes escucharle, interesarte por sus cosas, sus gustos, aficiones e intereses; en una palabra, olvidarte un poco de ti y centrarte más en ella. Cierra un poco la boca. No se trata sólo de exigir. Tu hija ya no es la niñita a la que imponías tu criterio, tu hija adolescente está empezando a tener su opinión que, respetable o no, merece ser escuchada y discutida. Debes estar siempre dispuesta a negociar y a asumir los compromisos. El diálogo sincero y cariñoso acerca las posturas y termina en acuerdos muy útiles.

4.-Reconoce tus propios errores. Nadie es perfecto, tampoco tú. Los errores no son un fracaso sino una equivocación que nos enseña lo que debemos evitar. El reconocimiento de tus errores da seguridad y tranquilidad a tu hija ante sus propias equivocaciones; aprende que no solo ella se equivoca y en el futuro sabrá tomar la decisión correcta.

5.- Abre horizontes. Ayúdala a explotar sus talentos. Abrela a nuevas experiencias en la ciencia, la lectura, el arte o el deporte. Hay muchos mundos por descubrir y tú debes guiarla. Fomenta que tu hija aprenda a tomar sus propias decisiones y a cumplir los compromisos aceptados.


6.- No exijas nada sin explicar por qué. Cuando pidas una cosa, debes dar la razón que te mueve. Ya no basta decir: “Porque soy tu padre” o “porque me debes obedecer”; decir el motivo de tu exigencia es lo más razonable y, además, acercará las posturas.


7.- Sé su ejemplo, pero no exijas que te copie. Tu hija debe tener siempre una referencia en su forma de comportarse, pero esa referencia básica deberá adaptarla a su forma de pensar y a su propia personalidad. Me explico: Tú eres tú y tu hija es tu hija; personas distintas, con valores comunes.

8.- Comparte con ella cómo vuestra familia enfoca la vida. Tu familia tiene unas convicciones, unos valores, unas tradiciones, unas raíces. Cada familia las tiene diferentes. Explícale bien las vuestras. Los hijos sólo valorarán y harán suyas estas raíces familiares si las “maman” de sus progenitores. Será tu mejor regalo y herencia.

9.- Sé paciente. La paciencia es una virtud muy útil a los padres y madres de adolescentes. Que no te traicionen los nervios, trata de unir amor y paciencia. Tu hija necesita una autoridad que la guíe, con paciencia y prudencia. 
No interpretes todo lo que haga como algo personal, hecho para “fastidiarte”. Nada más lejos de la realidad. Lo que sucede es que en su proceso de maduración entra una cierta dosis de rebeldía, de autoafirmación y, por consiguiente, de cuestionamiento de tu autoridad. 
El tiempo te dará la recompensa, la adolescencia terminará y tendrás una hija razonable, afectuosa y preparada para afrontar la ruta de la vida.

10.- Procura que tus normas sean claras y concretas. No vale decir “pórtate bien”; eso es muy general, desciende a lo concreto, a cómo se hace tal o cual cosa.

DIEZ COSAS NEGATIVAS QUE DIFICULTAN LA RELACIÓN:

1.- Seguir tratándola como a una niña. Reconoce, en tu forma de proceder, que tu hija ya no es una niña. En esta etapa de la adolescencia tu hija se está haciendo mujer, no sólo en su ser físico sino también en el psíquico. Exígela una responsabilidad adecuada a su edad y madurez, pero empieza tú por no tratarla como a la niña que fue y ya no es.

2.- No darle muestras de confianza. Si durante la infancia habéis tenido complicidad, no hay motivo para que desaparezca por el solo hecho de que ella haya llegado a la adolescencia. Háblale de las cosas que le pueden interesar y también de las que a ti te interesan. 
Interésate por sus cosas (amistades, diversiones, aficiones,  etc), procura conocerlas para prevenir los posibles peligros: maltrato escolar, alcohol, drogas, relaciones sexuales, captación por sectas, etc. Escúchala, dale voz, sopesa sus razones y argumentos y después…. sólo después, decide.

3.- Solucionarla todos sus problemas. Todo adolescente para madurar necesita cierto grado de responsabilidad. Déjala que busque la solución de sus dificultades, aunque cometa algún error, también aprenderá de los errores. Limítate a darle el mejor consejo posible.

4.- Ignorar los comportamientos inconvenientes. Es este un gran defecto en la educación. ¡Ojalá que no se den en tu caso! Pero, si observas algún problema serio en su comportamiento, encara el asunto cuanto antes, no dejes pasar el tiempo porque solo no se va a resolver. Eso sí, hazlo con delicadeza, confianza y paciencia.

5.- Decir No y después ceder. Jamás olvides que, en tu calidad de padre, tienes el derecho y la obligación de buscar siempre lo mejor para tu hija/o. No puedes esconder tu obligación bajo la capa de “dejar hacer”. 
No eres su amigo, eres su padre, el que toma las decisiones. La autoridad es necesaria y esencial en la educación. Los padres, con harta frecuencia, están obligados a implantar unas normas y, en consecuencia, a decir NO ante algunas pretensiones de su hijo o hija adolescente. Los límites a la libertad individual de los hijos no son para amargarles la vida sino para protegerles y evitar males mayores.
Antes de decir No a tu hijo/hija adolescente, piénsalo muy bien, porque no hay marcha atrás, sopesa el pro y el contra, si negar algo beneficia más a tu hija/o que concederlo; pero, una vez tomada la decisión, mantente en ella, hazla cumplir. Este No es innegociable. La regla de oro a respetar es la del NO. 
Los niños y adolescentes necesitan límites para crecer y madurar como persona.

6.- Ser autoritario. Es el extremo contrario a la permisividad. Es intentar que el adolescente haga lo que quiere el padre, anulándole su personalidad, sin diálogo previo, la obediencia por la obediencia, no para forjar una personalidad equilibrada y con capacidad de autodominio, sino para hacer una persona sumisa y sin iniciativas. 
El autoritarismo de los padres destruye la personalidad de los hijos, les retrae y no les deja crecer o lo que es peor, los hace rebeldes, desobedientes y tiranos con sus mismos padres.

7.- Querer ser más amigo que padre. Muchos padres se vanaglorian de ser amigos de sus hijos. Esto es un grave error porque confunden los roles de padre y amigo. Los padres son padres y deben ejercer de padres, es decir, buscar siempre lo que consideren mejor para sus hijos, aunque a veces tengan que decir NO y deben ejercer su autoridad con amor, confianza, mesura, paciencia y firmeza.
El grupo de amigos es necesario y ejerce un papel muy importante en el desarrollo integral del adolescente. 
Formar parte de un grupo de amigos beneficia (también puede perjudicar) en muchos aspectos al adolescente; pero, en ningún caso el padre o la madre pueden considerarse uno más dentro del grupo. Están en niveles distintos.
8.- La falta de coherencia. Los hijos perciben la coherencia de sus padres, para bien o para mal. Para educar bien, los padres no pueden aconsejar una cosa a sus hijos y hacer ellos lo contrario. Tener coherencia es predicar con el ejemplo. Es imprescindible que el padre y la madre hayan llegado al acuerdo previo, si no quieren caer en la incoherencia de ir cada uno por diferente camino, en cuyo caso, ¿qué camino debe tomar el hijo/a? ¿El del padre o el de la madre?

9.-. No escuchar. Muchos padres se quejan de que sus hijos adolescentes no los escuchan. La raíz del problema está en que esos padres no escuchan a sus hijos, les juzgan, les evalúan,les imponen lo que tienen que hacer, pero…. No los escuchan. Los adolescentes tienen mucho que decir y los padres mucho que escuchar.
Cuando sólo hay monólogo por cualquiera de las partes se produce la rigidez y la inflexibilidad, el camino más directo a la incomunicación y a la ruptura de relaciones. ¿Puede haber algo más doloroso que una ruptura entre un padre y su hijo?

10.- No cumplir lo prometido. Si lo prometido era favorable al adolescente, el incumplimiento produce en él desengaño, frustración y desconfianza para el futuro. Si lo prometido no era favorable, no cumplirlo hará visible aquello de “perro ladrador, poco mordedor”, y la autoridad del padre quedará por el suelo. 
Conclusión: No prometas nada si no tienes intención de cumplirlo, y procura que tus promesas y amenazas sean realistas, posibles de cumplir.

Por si te interesa abundar  en el tema, te dejo este enlace: Pubertad y adolescencia


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