Todos,
niños, jóvenes y adultos, estamos influidos por el ambiente que nos rodea. La
influencia es distinta según las edades y, muy en particular, según la
capacidad de reflexión y autonomía de cada persona.
El
niño, dada su poca capacidad de reflexión, es altamente dependiente de sus
padres en todo. Este es un mal que se cura con los años; el niño se convertirá
en adolescente, aumentará su capacidad de reflexión e intentará ser, cada día,
más independiente.
Si
el niño pasa su infancia casi en total dependencia de sus padres, no ocurre lo
mismo con el púber y mucho menos con el adolescente. Llegada la pubertad, el que fuera niño, sin
dejar de serlo todavía en muchos aspectos, empieza a ver más allá de la visión
de sus padres y comienza a ver más lo que ven sus compañeros de colegio o de
grupo. El púber se siente más a gusto con sus amigos que con sus padres, no
porque quiera menos a sus progenitores sino porque se siente más comprendido
por sus amigos.
Es
en esta etapa de la pubertad y primera adolescencia cuando es mayor la
influencia del ambiente, por lo que los padres con hijos en esta edad deben
estar más alerta.
La
influencia más nociva que pueden recibir los jóvenes adolescentes es cambiarles
los criterios de vida recibidos de sus padres por otros que están en la
sociedad y que, abiertamente o de forma subliminal, se hace llegar a la
juventud. A lo que contribuyen tanto el grupo de amigos como los medios de
comunicación.
Hoy
domina la tendencia a sobrevalorar el dinero, el poder, la belleza física, la
moda, el placer, etc. Están en el ambiente toda una serie de eslóganes que
plasman esta tendencia: “El dinero todo
lo puede”, “hay que vestir sexy para estar a la última”, “hay que probarlo todo
para poder decidir”, “eres una estrecha si no has perdido la virginidad antes
de los 15 años”, “tus padres son unos anticuados”, “lo progre es lo que se
lleva”, etc., etc.
¿Hasta
qué punto influye en los adolescentes lo que ven en la calle, en la televisión,
en Internet o lo que oyen a sus amigos, a sus profesores y a sus ídolos? ¿Nos
hemos parado a pensar lo que supone para un adolescente este constante bombardeo
de eslóganes?
Todo
lo que vemos u oímos queda grabado en nuestro inconsciente, queda registrado en
nuestra memoria y, aunque no nos percatemos de ello, influye en el momento de
la toma de decisiones.
Tomar decisiones
Los
adolescentes están obligados por su
propia condición de adolescentes a tomar decisiones que afectan a su futuro
vital. Necesitan, para hacerlo con cierta solvencia, aplicar unos criterios
objetivos, fundados en la verdad de lo que realmente sucede en la vida y no
unos criterios cambiantes según la moda del momento. A los jóvenes adolescentes
no les es fácil percatarse de la deformación que encierran los eslóganes sociales.
Los aceptan con facilidad en un ambiente dominado por la confusión y la
irreflexión y consideran verdades irrefutables lo que solamente son falacias
que ocultan intereses bastardos de ciertos dirigentes hambrientos de dinero y de poder. Los adolescentes son las víctimas
preferidas de esta sociedad engañosa.
Un
ejemplo: En España, en la época de las vacas gordas en la construcción, muchos
estudiantes de los institutos abandonaron sus estudios porque, trabajando de
peones en la construcción, ganaban un buen sueldo mensual. Pero, estalló la
burbuja inmobiliaria y se quedaron sin empleo y sin estudios. Se engañaron a sí
mismos y perdieron la oportunidad de formarse mejor para el futuro.
Podríamos
poner ejemplos aplicados a cada uno de los eslóganes citados y a otros muchos, pero
los ahorramos por la ineludible brevedad de este artículo
Los padres
Siendo
los padres el pilar más importante en la educación de los hijos, son su
ejemplo, sus consejos y los criterios que aplican en la educación los
determinan que se les debe atribuir una parte muy considerable de la conducta
de aquéllos, tanto en valores positivos como negativos.
A
los padres les incumbe inculcar a sus hijos los criterios de
vida más acordes a la dignidad humana y a su desarrollo dentro de una sociedad
justa, equitativa y menos influida por
las ansias de dominio.
A
los padres les incumbe dotar a sus hijos del hábito de reflexionar y pensar
bien las cosas antes de tomar decisiones importantes.
A
los padres les incumbe enseñar a sus hijos a ser libres, a formarse su propio
criterio y no dejarse arrastrar por la corriente facilona de los eslóganes
sociales.
A
los padres les incumbe comprobar, y en su caso corregir, si sus hijos ponen en
práctica los criterios que les han transmitido dentro del hogar que les
capacitan para enfrentar la realidad social desde la perspectiva humana de la
honradez, la solidaridad y el compromiso.
A los padres les incumbe tener mucha paciencia y mucho amor para educar a sus hijos.
A los padres les incumbe tener mucha paciencia y mucho amor para educar a sus hijos.
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