Mi familia

viernes, 2 de agosto de 2013

118.- LA DEFORMACIÓN EDUCATIVA DEL AMBIENTE

Queremos jóvenes
con capacidad de decisión
El ambiente social
Todos, niños, jóvenes y adultos, estamos influidos por el ambiente que nos rodea. La influencia es distinta según las edades y, muy en particular, según la capacidad de reflexión y autonomía de cada persona.
El niño, dada su poca capacidad de reflexión, es altamente dependiente de sus padres en todo. Este es un mal que se cura con los años; el niño se convertirá en adolescente, aumentará su capacidad de reflexión e intentará ser, cada día, más independiente.  

Si el niño pasa su infancia casi en total dependencia de sus padres, no ocurre lo mismo con el púber y mucho menos con el adolescente.  Llegada la pubertad, el que fuera niño, sin dejar de serlo todavía en muchos aspectos, empieza a ver más allá de la visión de sus padres y comienza a ver más lo que ven sus compañeros de colegio o de grupo. El púber se siente más a gusto con sus amigos que con sus padres, no porque quiera menos a sus progenitores sino porque se siente más comprendido por sus amigos.
Es en esta etapa de la pubertad y primera adolescencia cuando es mayor la influencia del ambiente, por lo que los padres con hijos en esta edad deben estar más alerta.
La influencia más nociva que pueden recibir los jóvenes adolescentes es cambiarles los criterios de vida recibidos de sus padres por otros que están en la sociedad y que, abiertamente o de forma subliminal, se hace llegar a la juventud. A lo que contribuyen tanto el grupo de amigos como los medios de comunicación.  
Hoy domina la tendencia a sobrevalorar el dinero, el poder, la belleza física, la moda, el placer, etc. Están en el ambiente toda una serie de eslóganes que plasman esta tendencia: “El dinero todo lo puede”, “hay que vestir sexy para estar a la última”, “hay que probarlo todo para poder decidir”, “eres una estrecha si no has perdido la virginidad antes de los 15 años”, “tus padres son unos anticuados”, “lo progre es lo que se lleva”, etc., etc.
¿Hasta qué punto influye en los adolescentes lo que ven en la calle, en la televisión, en Internet o lo que oyen a sus amigos, a sus profesores y a sus ídolos? ¿Nos hemos parado a pensar lo que supone para un adolescente este constante bombardeo de eslóganes?
Todo lo que vemos u oímos queda grabado en nuestro inconsciente, queda registrado en nuestra memoria y, aunque no nos percatemos de ello, influye en el momento de la toma de decisiones.
Tomar decisiones
Los adolescentes están obligados  por su propia condición de adolescentes a tomar decisiones que afectan a su futuro vital. Necesitan, para hacerlo con cierta solvencia, aplicar unos criterios objetivos, fundados en la verdad de lo que realmente sucede en la vida y no unos criterios cambiantes según la moda del momento. A los jóvenes adolescentes no les es fácil percatarse de la deformación que encierran los eslóganes sociales. Los aceptan con facilidad en un ambiente dominado por la confusión y la irreflexión y consideran   verdades irrefutables lo que solamente son falacias que ocultan intereses bastardos de ciertos dirigentes hambrientos de dinero  y de poder. Los adolescentes son las víctimas preferidas de esta sociedad engañosa.
Un ejemplo: En España, en la época de las vacas gordas en la construcción, muchos estudiantes de los institutos abandonaron sus estudios porque, trabajando de peones en la construcción, ganaban un buen sueldo mensual. Pero, estalló la burbuja inmobiliaria y se quedaron sin empleo y sin estudios. Se engañaron a sí mismos y perdieron la oportunidad de formarse mejor para el futuro.
Podríamos poner ejemplos aplicados a cada uno de los eslóganes citados y a otros muchos, pero los ahorramos por la ineludible brevedad de este artículo
Los padres 
Siendo los padres el pilar más importante en la educación de los hijos, son su ejemplo, sus consejos y los criterios que aplican en la educación los determinan que se les debe atribuir una parte muy considerable de la conducta de aquéllos, tanto en valores positivos como negativos.
A los padres les incumbe inculcar a sus hijos los criterios de vida más acordes a la dignidad humana y a su desarrollo dentro de una sociedad justa, equitativa y menos influida  por las ansias de dominio.
A los padres les incumbe dotar a sus hijos del hábito de reflexionar y pensar bien las cosas antes de tomar decisiones importantes.
A los padres les incumbe enseñar a sus hijos a ser libres, a formarse su propio criterio y no dejarse arrastrar por la corriente facilona de los eslóganes sociales.
A los padres les incumbe comprobar, y en su caso corregir, si sus hijos ponen en práctica los criterios que les han transmitido dentro del hogar que les capacitan para enfrentar la realidad social desde la perspectiva humana de la honradez, la solidaridad y el compromiso.
A los padres les incumbe tener mucha paciencia y mucho amor para educar a sus hijos.




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