¡Adelante! ¡Tú puedes! |
La vida es como una gran
olimpiada en la que no sólo hay que conseguir una marca mínima en el deporte
que se quiere competir, bajo pena de quedarse fuera de la competición, sino que,
una vez dentro de la competición, hay que esforzarse al máximo para ser alguien
entre los mejores.
Lo cómodo y lo fácil
La comodidad y el confort
son los reyes del momento en nuestra sociedad hambrienta de placer y de dinero
y de conseguir ambas cosas de forma inmediata y con el menor esfuerzo.
Los avances tecnológicos
han logrado que el ser humano tenga que esforzarse menos cada día en la
consecución de sus metas. Los avances del mundo moderno tienen muchas y muy
importantes ventajas, pero, también algunas consecuencias no tan positivas:
Afecta principalmente a los
niños y jóvenes una especie de incapacidad para soportar el esfuerzo. Incapacidad que conlleva consecuencias muy
negativas como sentimientos de impotencia y conformismo, falta de entusiasmo,
no valorar las cosas que pueden conseguir y, consecuentemente, incapacidad para
valorar su disfrute una vez conseguidas.
Estos factores pueden
desembocar en conductas de riesgo como el consumo de sustancias asociadas a la
obtención de un placer fácil o bien para poder soportar el esfuerzo inherente a
la realización de determinadas tareas o actividades impuestas por la ruta vital
elegida.
La actitud de los padres
Cuando los padres
acostumbran a sus hijos a hacerles todo, los hijos se acostumbran a no hacer
nada. La misma idea se puede aplicar al verbo “dar”: Si los padres les dan
todo, los hijos se acostumbran a no ganarse nada. Y, además, creen que lo
merecen, lo que no deja de ser una idea muy perjudicial.
¿Para qué van a esforzarse
si los padres les hacen todo y les dan todo? Esta actitud de los padres impide
que los hijos verdaderamente se esfuercen para obtener las cosas, abriendo así
las puertas a la mediocridad, la pereza, la comodidad, la incapacidad y la
negligencia.
La educación de la voluntad
Los expertos señalan la
necesidad de evitar la formación de una personalidad débil, caprichosa e
inconstante. Al no haber luchado ni esforzado a menudo en cosas pequeñas,
tienen el peligro de convertirse en no aptos para cualquier tarea seria y ardua
del futuro; y la vida está llena de este tipo de tareas.
Educando la voluntad de los
hijos se les ayuda a controlar sus impulsos y deseos, a postergar las
gratificaciones y tolerar la frustración. Es importante no ceder a sus
caprichos e invitarlos a que hagan proyectos a mediano y largo plazo, favorecer
la realización de actividades que conlleven esfuerzo y perseverancia; es
importante dosificar los regalos y no permitir que dejen las tareas sin acabar;
es importante mostrarse pacientes y constantes en el trato con ellos.
Criterios
para fomentar en los niños el valor del esfuerzo
Los expertos en educación
proponen estos cuatro criterios, que los padres harán muy bien en tener en
cuenta y ponerlos en práctica:
1.- El ejemplo. Tiene una gran importancia,
en especial, el de los padres. Los hijos necesitan tener algo que les motive, por
lo que valga la pena esforzarse e ir en contra de sus gustos. El ejemplo de los
padres les debe presentar el esfuerzo como algo positivo y necesario para
conseguir las metas propuestas. La vida es una lucha para conseguir metas y lo
natural debe ser el esfuerzo.
2.- La exigencia de los adultos. Con los
años, es lo deseable, esta exigencia se transformará en autoexigencia por
parte de los hijos. Mientras tanto, plantear metas a corto plazo, concretas,
diarias, fáciles de controlar por los adultos, como estudiar a una hora fija,
dejar ordenada la ropa por la noche, tener limpio y ordenado el cuarto de
estudio, acabar las tareas, etc.
3.- Proponer tareas que supongan un cierto
esfuerzo. Esfuerzo siempre adaptado a las posibilidades de cada uno. La dificultad
graduada y progresiva ayuda a madurar y a comprender que nada es fácil y que
las cosas hay que ganárselas. Conseguir metas difíciles por sí mismos, por su
propio esfuerzo, les hará sentirse satisfechos, contentos y seguros.
4.- Si llega un fracaso, saber convertirlo en
triunfo. Muchas veces, los fracasos son más eficaces que los éxitos en la
formación de una voluntad fuerte. Los conceptos claves para el esfuerzo son la
voluntad y la motivación. Educar en el valor del esfuerzo es uno de los mejores
regalos que los padres pueden hacer a sus hijos, pues así les están preparando
para que, al días de mañana, sean adultos de éxito y felices.
Decía André Gide: “El secreto
de mi felicidad es no esforzarme por el placer, sino haber encontrado placer en
el esfuerzo”.
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