Mi familia

sábado, 24 de agosto de 2013

119.- EDUCAR EN EL ESFUERZO


¡Adelante! ¡Tú puedes!
No existe el dinero fácil, ni el trabajo fácil, ni el éxito fácil, ni las relaciones fáciles, ni la vida fácil. La vida supone retos que requieren del esfuerzo, la continuidad  y el tesón para la superación de los obstáculos.
La vida es como una gran olimpiada en la que no sólo hay que conseguir una marca mínima en el deporte que se quiere competir, bajo pena de quedarse fuera de la competición, sino que, una vez dentro de la competición, hay que esforzarse al máximo para ser alguien entre los mejores.


Lo cómodo y lo fácil
La comodidad y el confort son los reyes del momento en nuestra sociedad hambrienta de placer y de dinero y de conseguir ambas cosas de forma inmediata y con el menor esfuerzo.
Los avances tecnológicos han logrado que el ser humano tenga que esforzarse menos cada día en la consecución de sus metas. Los avances del mundo moderno tienen muchas y muy importantes ventajas, pero, también algunas consecuencias no tan positivas:
Afecta principalmente a los niños y jóvenes una especie de incapacidad para soportar el esfuerzo. Incapacidad que conlleva consecuencias muy negativas como sentimientos de impotencia y conformismo, falta de entusiasmo, no valorar las cosas que pueden conseguir y, consecuentemente, incapacidad para valorar su disfrute  una vez conseguidas.
Estos factores pueden desembocar en conductas de riesgo como el consumo de sustancias asociadas a la obtención de un placer fácil o bien para poder soportar el esfuerzo inherente a la realización de determinadas tareas o actividades impuestas por la ruta vital elegida.

La actitud de los padres
Cuando los padres acostumbran a sus hijos a hacerles todo, los hijos se acostumbran a no hacer nada. La misma idea se puede aplicar al verbo “dar”: Si los padres les dan todo, los hijos se acostumbran a no ganarse nada. Y, además, creen que lo merecen, lo que no deja de ser una idea muy perjudicial.
¿Para qué van a esforzarse si los padres les hacen todo y les dan todo? Esta actitud de los padres impide que los hijos verdaderamente se esfuercen para obtener las cosas, abriendo así las puertas a la mediocridad, la pereza, la comodidad, la incapacidad y la negligencia.

La educación de la voluntad
Los expertos señalan la necesidad de evitar la formación de una personalidad débil, caprichosa e inconstante. Al no haber luchado ni esforzado a menudo en cosas pequeñas, tienen el peligro de convertirse en no aptos para cualquier tarea seria y ardua del futuro; y la vida está llena de este tipo de tareas.
Educando la voluntad de los hijos se les ayuda a controlar sus impulsos y deseos, a postergar las gratificaciones y tolerar la frustración. Es importante no ceder a sus caprichos e invitarlos a que hagan proyectos a mediano y largo plazo, favorecer la realización de actividades que conlleven esfuerzo y perseverancia; es importante dosificar los regalos y no permitir que dejen las tareas sin acabar; es importante mostrarse pacientes y constantes en el trato con ellos.

Criterios para fomentar en los niños el valor del esfuerzo
Los expertos en educación proponen estos cuatro criterios, que los padres harán muy bien en tener en cuenta y ponerlos en práctica:

1.- El ejemplo. Tiene una gran importancia, en especial, el de los padres. Los hijos necesitan tener algo que les motive, por lo que valga la pena esforzarse e ir en contra de sus gustos. El ejemplo de los padres les debe presentar el esfuerzo como algo positivo y necesario para conseguir las metas propuestas. La vida es una lucha para conseguir metas y lo natural debe ser el esfuerzo.

2.- La exigencia de los adultos. Con los años, es lo deseable, esta exigencia se transformará en autoexigencia por parte de los hijos. Mientras tanto, plantear metas a corto plazo, concretas, diarias, fáciles de controlar por los adultos, como estudiar a una hora fija, dejar ordenada la ropa por la noche, tener limpio y ordenado el cuarto de estudio, acabar las tareas, etc.

3.- Proponer tareas que supongan un cierto esfuerzo. Esfuerzo siempre adaptado a las posibilidades de cada uno. La dificultad graduada y progresiva ayuda a madurar y a comprender que nada es fácil y que las cosas hay que ganárselas. Conseguir metas difíciles por sí mismos, por su propio esfuerzo, les hará sentirse satisfechos, contentos y seguros.

4.- Si llega un fracaso, saber convertirlo en triunfo. Muchas veces, los fracasos son más eficaces que los éxitos en la formación de una voluntad fuerte. Los conceptos claves para el esfuerzo son la voluntad y la motivación. Educar en el valor del esfuerzo es uno de los mejores regalos que los padres pueden hacer a sus hijos, pues así les están preparando para que, al días de mañana, sean adultos de éxito y felices.


Decía André Gide: “El secreto de mi felicidad es no esforzarme por el placer, sino haber encontrado placer en el esfuerzo”.

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