Influencia positiva al horno |
Los
hijos, desde su nacimiento, son como esponjas en manos de los padres:
todo en ellos es disposición a recibir. Los padres son como un mar
que les rodea y les empapa, suministrándoles todo lo que necesitan
para su desarrollo integral.
Los
seres humanos dependen naturalmente de sus padres durante muchos
años. Y
los padres deben cubrir esta necesidad natural.
Resulta
obvio que los padres tienen la actitud requerida para tal tarea.
Basta ver el amor con que los tratan, su íntima relación, la
natural inclinación de los hijos a buscar la ayuda de los padres y
la efectiva preocupación de éstos por sacarlos adelante,
proporcionarlos una esmerada educación y capacitarlos para que sepan
afrontar los retos de la sociedad a la que pertenecen. Todo esto lo
solemos englobar en el apelativo de “padres responsables.
I.-
Influencias intrafamiliares en la educación de los hijos
Hasta
que empieza la adolescencia, los padres son la mayor fuente de
influencia sobre los hijos. Como fruto de sus cuidados,
preocupaciones y desvelos, nace en el hijo el apego, la confianza, la
seguridad. Diría que “corresponde con amor al amor
recibido”.
Influyen
también, aunque en menor grado, los demás familiares, los hermanos
y los abuelos. Nada de lo se diga o se haga en hogar cae en el saco
roto del olvido: el niño, consciente o inconscientemente, es la
esponja que recoge, archiva y guarda todas las experiencias que,
convertidas en influencias, usará el día menos pensado.
¿Cómo
lograr que las influencias sean positivas y lleven al hijo a más y
mejor?
Una
comparación: Todo buen plato depende de los ingredientes, del modo
de cocinarlos y del modo de presentarlos al comensal. Simulemos:
Este
plato se llama “Influencia
positiva al horno”:
A).-
Ingredientes:
1º.-
La aceptación del hijo tal como es, sin pensar en cómo
nos gustaría que fuese. Tiene una personalidad, que hemos de ayudar
a descubrir y desarrollar, no a anular. Tiene unas cualidades, que
cooperaremos a potenciar. Y tiene unos defectos y debilidades, que
podrá disminuir o quitar con nuestra ayuda.
2º.-
La intercomunicación. Nadie puede influir positivamente
en otro si no se comunica con él. Los padres deben hablar con sus
hijos desde su más temprana edad. Y no dejar de hacerlo nunca. Se
debe crear el hábito de contarse las cosas, de expresar sus
pensamientos, sentimientos y deseos. Las confidencias unen a
las personas. Es normal que el hijo o la hija escoja por confidente
sólo a uno de los padres; en el fondo, no le importa que se entere
el otro, pero con él se siente menos cómodo.
3º.-
La autoridad. Tú, padre o madre, tienes que tener las
ideas muy claras sobre la meta a conseguir en la educación de tu
hijo. Y llevarlas a la práctica en tu comportamiento familiar.
Educamos a partir de lo que somos y de lo que hacemos. Tu coherencia
y tu ejemplo son la base de tu autoridad. No pidas a tu hijo que haga
lo que tú no haces. Propón metas aceptables y acomodadas a cada
edad. La autoridad se sugiere, se propone y se convence, no se
impone.
Cuando
no estén de acuerdo con los hijos, ambos padres tomarán la decisión
de manera conjunta, explicando a los hijos las razones de la misma
para que éstos, comprendan el punto de vista de sus padres,
les obedezcan de manera razonada y aprendan a buscar la solución a
sus problemas
La
autoridad y la disciplina no deben ser consideradas como una carga,
sino como una oportunidad para crecer, para que el niño conquiste
nuevas y más altas cotas de autonomía.
4º.-
El ejemplo es un valor que actúa en tres sentidos:
a) Como estímulo para imitar a la persona a quien se quiere o
admira. b) Como estímulo para pensar en el porqué de la acción y
comparar el modo de actuar de los padres con el de otras personas. c)
En tercer lugar y más importante, como estímulo para la propia
superación. No se trata de que los hijos imiten ciegamente a sus
padres, sino de que interioricen y hagan suyos los valores que ellos
les transmiten.
El
ejemplo debe ir acompañado de una buena comunicación con
orientaciones y explicaciones razonadas que guíen al niño hacia su
propia realidad.
5º.-
La sinceridad. Jamás mientas a tu hijo. Si crees que no
le puedes contar toda la verdad, porque no tiene capacidad de
entenderla o por otra causa, dile todo lo que puedas. Sé sincero/a.
Si te coge en una mentira, perderás su confianza. No olvides que
cuesta una vida ganarla y un minuto perderla.
6º.-
La disciplina. Educar es guiar conforme a unos
criterios fijados de antemano, pero también es actualizar lo
que se halla potencialmente en el niño. El educador (padre o madre)
es el guía que cuida la planta (el hijo) que un día sembró
para que florezca. Para actualizar las potencialidades del niño éste
necesita una disciplina, un esfuerzo, un afán de superación, sin
los cuales todo se quedará en mero propósito.
El
niño debe hacer suyos los valores de su hogar y todo lo que vale,
cuesta. En todo caso, la disciplina debe conciliarse con un adecuado
nivel de autonomía, según la edad del niño.
7º.-
El perdón y la reconciliación. Nadie es perfecto. Todos
los padres tenemos deficiencias que podemos convertir en positivas si
tratamos de superarlas. Los hijos verán nuestro esfuerzo y tenderán
a imitarnos.
El
hogar es el lugar privilegiado para el perdón y la reconciliación.
En el hogar, entre los esposos, entre padres e hijos y entre hermanos
no caben rencillas, rencores, ni malas caras. Todo se perdona y se
olvida. La reconciliación hace que se recupere la auto y mutua
estima de las partes reconciliadas
No
podemos comprender la felicidad de un niño cuando, tras una
travesura, ¡se siente perdonado!
8º.-
Salpimentar con mucha paciencia y una pizca de humor. Se
suele decir que “Zamora no se conquistó en una hora” para
indicar que toda obra bien hecha requiere el ingrediente del tiempo.
El asado de todos los ingredientes debe hacerse a fuego lento, dando
tiempo para la reflexión, para que el brote verde pueda
transformarse en espléndida flor. La impaciencia es mala compañera
de viaje, sólo puede hacer que el guiso quede crudo o se queme.
B).-
Modo de cocinar los ingredientes:
1º.-
Poner mucho sentimiento en la elección de los ingredientes.
2º.- Mezclarlos
bien y rebozarlos en una salsa verde esperanza, llamada amor.
3º.- Poner
todo en un bol grande llamado hogar.
4º.-
Meter el bol en el horno a temperatura media; no muy baja para
que se asen, y no muy alta para que no se queme.
5º.- El
tiempo de “asado” dura, al menos 15 ó 16 años.
6º.- Vigilar
el horno de vez en cuando y, si está el asado quedándose seco,
añadir una porción abundante de salsa esperanza.
C).-
Se sirve a la mesa:
1.- Antes
se prepara el ambiente: La mesa con todo lujo de detalles, manteles
floreados, la mejor vajilla, cubiertos de plata, jarrón de flores,
etc.
2.- Sacar
el bol del horno, dejar enfriar un poco y servir.
3.- Poner
música ambiental. (La música es un ingrediente fundamental para la
buena sintonía entre las personas).
4º.- Mientras se
disfruta del asado, mantener una conversación fluida, familiar y
distendida. La alegría y el buen humor se intercalan con los bocados
del asado.
Terminado
el plato de las “Influencias positivas al horno”, pasamos al
“postre” de las Influencias externas:
II.-
Importancia de las influencias externas.
No
sólo los padres influyen en los hijos, también lo hacen sus
profesores, sus amigos, el ambiente de la calle, la televisión,
Internet, etc. Y todos con influencias positivas y negativas. Siendo
tantas y tan diversas las influencias, es imposible protegerles del
todo contra las que sean malsanas, pero, no por eso se ha de
abandonar la tarea.
Pubertad
y adolescencia: Con la llegada de la pubertad y durante
la adolescencia empieza a diluirse la influencia de los padres, al
mismo ritmo que crecen las influencias externas al núcleo familiar.
Por
lo que refiere a los jóvenes, se trata de ver si han aceptado o
rechazado los criterios enseñados en el hogar y de averiguar si son
capaces de enfrentar la realidad y de aplicar esos criterios. La
influencia más nociva es la que falsea los criterios que los hijos
han aprendido de sus padres.
El
joven tiende más a dejarse influir por lo externo, buscando sintonía
con su mundo interior. Si no encuentra en su hogar la sensación
de seguridad, la buscará fuera de él, en cuyo caso, todas las
acciones e intenciones de los padres provocarán el efecto contrario
a sus deseos.
Es
de gran importancia ayudar a los jóvenes a conocerse y confiar en sí
mismo, comprender a los demás, reconocer y expresar sus emociones e
ideas, desarrollar el autocontrol, aprender a tomar decisiones
responsables, valorar y cuidar su salud, mejorar sus habilidades
sociales y resolver problemas.
Aquí
dejo un enlace que puede servir: 69.-
Los adolescentes y su entorno refleja
un modo de pensar, de sentir y El comportamiento humano refleja un
modo de pensa
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