1.-
TOLERANCIA
INDIVIDUAL
Es
la capacidad de un individuo para aceptar a una persona o a un grupo
con valores diferentes a los suyos; reconocer, respetar y aceptar que
hay diversas maneras de ser y actuar en las diversas razas, culturas
y religiones.
Tolerar
es escuchar al otro, comprenderle
y respetar sus valores. El tolerante tiene conciencia de que
el otro es un ser humano como él y, por tanto, establece una
relación de diálogo con él.
1.1.-
Tolerar no es compartir los valores del
otro ni claudicar de los propios. El tolerante mantiene sus
valores y principios como guía de su propia conducta y, al mismo
tiempo, respeta los valores y principios diferentes a los suyos.
La
tolerancia implica aceptación del diferente y capacidad de diálogo
con el mismo.
La
tolerancia es la base de la buena convivencia entre personas
diferentes por cultura, raza, religión o sexo.
1.2.-
Educar para la tolerancia
La
educación recibida en la familia es la puerta de entrada de la
tolerancia y de todos los demás valores.
Educar
para la tolerancia implica dar a conocer el mundo en que se mueven
las personas consideradas diferentes. Conocer para educar, educar
para ser tolerantes.
Educar
para la tolerancia implica dotar a cada persona de unos valores
fundamentales para su vida en sociedad, como son la responsabilidad,
la capacidad de diálogo y de espíritu crítico.
2.-
LA
TOLERANCIA SOCIAL
Es
el conjunto de normas establecidas por los poderes político y social
que son aceptadas, en mayor o menor grado, por el conjunto de la
sociedad, para fijar el nivel de tolerancia hacia las personas que
expresen actitudes diferentes.
La
tolerancia social es una fuente de progreso entre los pueblos
diferentes que comparten y desarrollan los conocimientos científicos
ya adquiridos y se unen para nuevas investigaciones.
La
tolerancia social es un valor básico para la convivencia
pacífica entre personas de diferentes culturas, credos, razas y
formas de vida. Debe ir acompañada de un fuerte espíritu crítico
de las estructuras sociales para que amparen a las personas en cuanto
a su libertad de pensamiento y libertad de conciencia.
La
tolerancia entre la Religión y el Estado
La
práctica de la tolerancia social implica la separación de poderes
entre la Religión y el Estado, cuyas estructuras sociales y
políticas han sido en el pasado, y en diversos países siguen
siendo, fuentes de intolerancia.
“Al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Estas
palabras evangélicas reivindican
la separación. A la regulación estatal pertenece la búsqueda del
bien común de los ciudadanos, preservar
sus vidas, libertades y propiedades. A la autoridad
religiosa pertenece la
regulación del culto y sus múltiples manifestaciones en la vida de
los creyentes.
Ni
las Religiones
ni los Estados
pueden coaccionar a las personas para que practiquen una determinada
confesión religiosa, como hizo la Inquisición y como hacen
actualmente los países islámicos.
La
fe no cae en el ámbito del poder político o eclesial. La fe es un
don de Dios, no una imposición de los hombres. A la fe se llega por
el convencimiento y la aceptación personal. Los tormentos no
producen fe sino miedo, terror y falsas conversiones.
Los
Estados que admiten los Derechos Humanos deben ser aconfesionales y
las confesiones religiosas deben aplicar entre ellas la tolerancia y
el mútuo respeto para llegar al diálogo interreligioso.
3.-
LA
INTOLERANCIA
Es
el antivalor del que sólo admite su propia opinión y no acepta las
de los demás. La intolerancia, en todas y cada una de sus esferas,
está en la base de múltiples fricciones y conflictos.
El
intolerante pasivo es el que simplemente ignora al otro, pasa
del otro y de todas sus circunstancias.
El
intolerante activo es el que pasa a la acción para
contrarrestar (y, a veces, eliminar) al que no piensa como él.
La
historia de la humanidad está llena de persecuciones y conculcación
de los derechos humanos.
Se
ha derramado mucha sangre por intolerancia. Hay muchos fanáticos
políticos y religiosos que pretenden resolver los conflictos
mediante la guerra y/o los atentados.
Los
países civilizados tienen que reconocer los derechos individuales
como origen, fin y limitación de la actividad estatal y tratar de
desterrar toda clase de intolerancia.
Una
buena frase:
“Cuando
conozco a alguien no me importa si es blanco, negro, judío o
musulmán; me basta con saber que es un ser humano”.
(Walt Whitman)
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