Un
caso muy repetido: ¡Se ha ahogado una persona en....!
Prefiero
no entrar en estadísticas sobre el número de ahogados en playas,
ríos, pantanos y piscinas. Una cosa es cierta: Da escalofríos el
número de ahogados cada verano. Como lo
importante es prevenir, deseo cooperar con
estas sugerencias preventivas, que ayuden a adelantarse a los
acontecimientos y a poner los medios para que se realicen del mejor
modo posible.
Sugerencias
Los
adolescentes y adultos: Deben
conocer conocer la zona donde se van a bañar.
En
la playa: hacer caso de las señales, no hacer
disparates metiéndose más de lo que pueden superar teniendo en
cuenta las mareas y corrientes. El baño debe ser siempre una
diversión, no un peligro. Es recomendable bañarse con la vigilancia
de un socorrista. En caso de apuro, puede ser
imprescindible.
En
ríos y pantanos: Tener muy presente la profundidad,
las posibles corrientes, fangos y ramajes. Se puede chocar contra el
fondo o con rocas que no hemos visto, lo que puede causar daños
cerebrales o una lesión medular irreversible.
En
las piscinas: Evitar los juegos peligrosos (carreras
fuera del agua sobre superficies resbaladizas, zambullidas en poca
profundidad con peligro de dar con la cabeza en el suelo de la
piscina.
Los
niños
Recomendaciones
para los padres:
1.- Procurar
que sus hijos aprendan a nadar cuanto antes.
2.- Tener
un cuidado especial con los más pequeños: No dejarles nunca solos.
Utilizar elementos que los mantengan a flote.
3.- Siempre
debe haber un adulto que no pierda de vista a los niños durante el
baño y que no se confíe porque sepan nadar; a veces, sufren mareos
o quedan enganchados y hay que socorrerlos.
4.- Cuando
un menor esté en apuros, avisar al socorrista (si lo hay), en caso
contrario sólo debe realizar el rescate acuático aquella persona
que esté preparada técnica y físicamente para ello. Muchas veces
lo han intentado personas que no sabían nadar y se han ahogados los
dos.
5.- Si
el accidentado se encuentra en parada cardio-respiratoria llamar al
servicio de urgencias quien le practicará la maniobra de reanimación
y, en su caso, lo derivará a un centro médico.
¿Qué
hacer en caso de un ahogamiento?
Si
hay socorrista, avisarle cuanto antes. Si no lo hubiese, se puede
actuar del modo siguiente:
1.-
Ante todo, seguridad. Antes de lanzarse al agua, hay
que estar seguros de que no vamos a empeorar la situación y, al
final, tener dos ahogados en vez de uno. Esto es muy duro decirlo,
pero muchos padres se han ahogados junto a sus hijos por intentar
sacarlos sin saber ellos nadar.
2.-
Si sabemos nadar, sacar al ahogado del agua.
3.-
Llamar a emergencias, darles toda la
información que requieran y mantener la calma y los nervios para
poder ayudar.
4.-
Actuar: Verificar si está
consciente, hablándole o pellizcándole para obtener su
respuesta a los estímulos verbales y dolorosos.
Si
no respira, practicarle (si sabemos) la compresión
torácica o preguntar si alguien sabe hacerlo.
Si
respira, abrir la vía respiratoria colocando al paciente
de forma lateral para evitar que inhale su propio vómito.
Si
respira y está consciente, le sentaremos y le pondremos,
cuanto antes, en manos de un médico que remedie las posibles
secuelas.
EL
AHOGAMIENTO SECUNDARIO
¿Qué
es? Es una
situación de dificultad respiratoria que se produce entre los 15
minutos y las 72 horas posteriores a la inhalación de agua por
inmersión. Puede suceder a cualquier edad, pero el riesgo es mucho
mayor en los niños, sobre todo en el verano durante el baño en la
piscina, donde pasan gran parte del tiempo de ocio jugando en el
agua, a veces, sin saber nadar y ajenos al peligro de accidentes.
¿Cuándo
se produce? Cuando alguien ha permanecido varios
segundos inconsciente bajo el agua, ha entrado agua en los pulmones
y, aunque al reanimarlo pensemos que ha expulsado toda, puede haber
quedado una cantidad. El agua de las piscinas está tratada con
productos químicos que inflaman e irritan los pulmones. El cloro es
un gran irritante.
¿Por
qué es tan peligroso? Porque
si no se trata en un centro médico es mortal. Después del susto de
un ahogamiento, el principal problema es pensar que, una vez
reanimado, ha pasado el peligro y si no reconocemos los síntomas se
puede llegar tarde al hospital. Hay que tener claro que, horas
después de haberlo reanimado y pensar que estaba totalmente
recuperado, la recuperación puede ser transitoria y pueden aparecer
los síntomas de un edema pulmonar y, como consecuencia, una bajada
de oxígeno en la sangre que, si no se remedia, ocasionará la muerte
por ahogamiento secundario.
El
ahogamiento secundario no es frecuente, se produce más en los niños
y ancianos. Estando alerta a los síntomas se pueden evitar estas
muertes.
Síntomas
del edema pulmonar
1.- Dificultades
para respirar.
2.- Cansancio
exagerado y sin ganas de nada.
3.- Tos
repetida.
4.- Tendencia
a la somnolencia.
5.- Cambios
raros del su comportamiento, por ejemplo, falta de atención, pérdida
de memoria, dificultad para decir palabras o realizar actividades que
antes dominaba.
¿Cómo
prevenir el ahogamiento secundario? La mejor
forma de prevención del ahogamiento secundario es llevar al paciente
a un centro médico. El examen y la actuación del especialista
evitarán males mayores.
Bañarse
después de comer
El
problema es el corte de digestión. Entre los factores que lo
favorecen están: Una exposición prolongada al sol antes del baño,
inmersión brusca en agua fría sin adaptación previa mojándose
antes las muñecas y la nuca e irse metiendo poco a poco, y no
respetar los periodos de digestión.
La
digestión suele tardar unas dos horas. Durante la misma, la sangre
se acumula más en el estómago y el cuerpo está menos preparado
para los cambios bruscos de temperatura, que es, precisamente, lo que
se debe evitar. Un cambio brusco de temperatura corporal puede
acarrear un corte de digestión.
Se
recomienda salir del agua si se sienten escalofríos intensos,
náuseas, pérdida de visión o zumbidos de oídos.
CONCLUSIÓN
Bañarse
es una diversión y un placer. Debe ser siempre sólo eso.
NUNCA
BAÑARSE DEBE SER UN PELIGRO. En manos de los adultos
está lograr lo primero y evitar lo segundo.
Las
padres deben tomar muy en serio las recomendaciones sobre el baño de
sus hijos. Más vale pecar de exceso y terminar el día de forma
festiva que, por un descuido, tal vez de unos segundos, acabar en
trágicos lamentos.
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