Mi familia

domingo, 13 de septiembre de 2015

137.- ATENCIÓN, ¡POR FAVOR!



Un caso muy repetido: ¡Se ha ahogado una persona en....!
Prefiero no entrar en estadísticas sobre el número de ahogados en playas, ríos, pantanos y piscinas. Una cosa es cierta: Da escalofríos el número de ahogados cada verano. Como lo importante es prevenir, deseo cooperar con estas sugerencias preventivas, que ayuden a adelantarse a los acontecimientos y a poner los medios para que se realicen del mejor modo posible.

Sugerencias
Los adolescentes y adultos: Deben conocer conocer la zona donde se van a bañar.
En la playa: hacer caso de las señales, no hacer disparates metiéndose más de lo que pueden superar teniendo en cuenta las mareas y corrientes. El baño debe ser siempre una diversión, no un peligro. Es recomendable bañarse con la vigilancia de un socorrista. En caso de apuro, puede ser imprescindible.
En ríos y pantanos: Tener muy presente la profundidad, las posibles corrientes, fangos y ramajes. Se puede chocar contra el fondo o con rocas que no hemos visto, lo que puede causar daños cerebrales o una lesión medular irreversible.
En las piscinas: Evitar los juegos peligrosos (carreras fuera del agua sobre superficies resbaladizas, zambullidas en poca profundidad con peligro de dar con la cabeza en el suelo de la piscina. 

Los niños
Recomendaciones para los padres:
1.- Procurar que sus hijos aprendan a nadar cuanto antes.
2.- Tener un cuidado especial con los más pequeños: No dejarles nunca solos. Utilizar elementos que los mantengan a flote.
3.- Siempre debe haber un adulto que no pierda de vista a los niños durante el baño y que no se confíe porque sepan nadar; a veces, sufren mareos o quedan enganchados y hay que socorrerlos.
4.- Cuando un menor esté en apuros, avisar al socorrista (si lo hay), en caso contrario sólo debe realizar el rescate acuático aquella persona que esté preparada técnica y físicamente para ello. Muchas veces lo han intentado personas que no sabían nadar y se han ahogados los dos.
5.- Si el accidentado se encuentra en parada cardio-respiratoria llamar al servicio de urgencias quien le practicará la maniobra de reanimación y, en su caso, lo derivará a un centro médico.
¿Qué hacer en caso de un ahogamiento?
Si hay socorrista, avisarle cuanto antes. Si no lo hubiese, se puede actuar del modo siguiente:
1.- Ante todo, seguridad. Antes de lanzarse al agua, hay que estar seguros de que no vamos a empeorar la situación y, al final, tener dos ahogados en vez de uno. Esto es muy duro decirlo, pero muchos padres se han ahogados junto a sus hijos por intentar sacarlos sin saber ellos nadar.
2.- Si sabemos nadar, sacar al ahogado del agua.
3.- Llamar a emergencias, darles toda la información que requieran y mantener la calma y los nervios para poder ayudar.
4.- Actuar: Verificar si está consciente, hablándole o pellizcándole para obtener su respuesta a los estímulos verbales y dolorosos.
Si no respira, practicarle (si sabemos) la compresión torácica o preguntar si alguien sabe hacerlo.
Si respira, abrir la vía respiratoria colocando al paciente de forma lateral para evitar que inhale su propio vómito.
Si respira y está consciente, le sentaremos y le pondremos, cuanto antes, en manos de un médico que remedie las posibles secuelas.

EL AHOGAMIENTO SECUNDARIO
¿Qué es? Es una situación de dificultad respiratoria que se produce entre los 15 minutos y las 72 horas posteriores a la inhalación de agua por inmersión. Puede suceder a cualquier edad, pero el riesgo es mucho mayor en los niños, sobre todo en el verano durante el baño en la piscina, donde pasan gran parte del tiempo de ocio jugando en el agua, a veces, sin saber nadar y ajenos al peligro de accidentes.
¿Cuándo se produce? Cuando alguien ha permanecido varios segundos inconsciente bajo el agua, ha entrado agua en los pulmones y, aunque al reanimarlo pensemos que ha expulsado toda, puede haber quedado una cantidad. El agua de las piscinas está tratada con productos químicos que inflaman e irritan los pulmones. El cloro es un gran irritante.
¿Por qué es tan peligroso? Porque si no se trata en un centro médico es mortal. Después del susto de un ahogamiento, el principal problema es pensar que, una vez reanimado, ha pasado el peligro y si no reconocemos los síntomas se puede llegar tarde al hospital. Hay que tener claro que, horas después de haberlo reanimado y pensar que estaba totalmente recuperado, la recuperación puede ser transitoria y pueden aparecer los síntomas de un edema pulmonar y, como consecuencia, una bajada de oxígeno en la sangre que, si no se remedia, ocasionará la muerte por ahogamiento secundario.
El ahogamiento secundario no es frecuente, se produce más en los niños y ancianos. Estando alerta a los síntomas se pueden evitar estas muertes.

Síntomas del edema pulmonar
1.- Dificultades para respirar.
2.- Cansancio exagerado y sin ganas de nada.
3.- Tos repetida.
4.- Tendencia a la somnolencia.
5.- Cambios raros del su comportamiento, por ejemplo, falta de atención, pérdida de memoria, dificultad para decir palabras o realizar actividades que antes dominaba.

¿Cómo prevenir el ahogamiento secundario? La mejor forma de prevención del ahogamiento secundario es llevar al paciente a un centro médico. El examen y la actuación del especialista evitarán males mayores.
Bañarse después de comer
El problema es el corte de digestión. Entre los factores que lo favorecen están: Una exposición prolongada al sol antes del baño, inmersión brusca en agua fría sin adaptación previa mojándose antes las muñecas y la nuca e irse metiendo poco a poco, y no respetar los periodos de digestión.
La digestión suele tardar unas dos horas. Durante la misma, la sangre se acumula más en el estómago y el cuerpo está menos preparado para los cambios bruscos de temperatura, que es, precisamente, lo que se debe evitar. Un cambio brusco de temperatura corporal puede acarrear un corte de digestión.
Se recomienda salir del agua si se sienten escalofríos intensos, náuseas, pérdida de visión o zumbidos de oídos.

CONCLUSIÓN
Bañarse es una diversión y un placer. Debe ser siempre sólo eso. 
NUNCA BAÑARSE DEBE SER UN PELIGRO. En manos de los adultos está lograr lo primero y evitar lo segundo.
Las padres deben tomar muy en serio las recomendaciones sobre el baño de sus hijos. Más vale pecar de exceso y terminar el día de forma festiva que, por un descuido, tal vez de unos segundos, acabar en trágicos lamentos.


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